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ROJO SOBRE GRIS

Acumulación

Fotografía

Por Amalia CasadoTiempo de lectura2 min
Opinión19-07-2009

Recuerdo de alguna conversación, quizás en mis veinte, que las cosas importantes de la vida suceden entre los 30 y los 40 años. Somos demasiado diferentes unos de otros como para que tal afirmación pueda ser universal y válida para todos, pero es verdad, por lo menos en mi caso, que es una época de acumulación. No quieres dejar de aprender y recibir, pero es una época de dar. Dar en el trabajo, dar en la amistad, dar en la familia, dar en el matrimonio. Quieres estar presente en las vidas de las personas a las que quieres y que te quieren, acompañarles con cercanía, seguir construyendo hogar, y amistad. Son años en que nos casamos, tenemos hijos, responsabilidades profesionales, compromisos sociales. Estamos frescos, sanos, fuertes y capacitados para abordar un volumen grande de quehaceres. Hay muchas cosas que disfrutar con intensidad que se mezclan con penas grandes -entre ellas, la muerte, la enfermedad, la vejez de seres queridos, o la distancia de los amigos y familiares- y que además adquieren un peso nuevo, creo que como resultado de una conciencia más profunda de la propia existencia y del sentido de la vida. Reconozco que me asomo al futuro y me da un poco de vértigo. Quiero llegar allí con paz interior, no quiero arrepentirme de cómo he distribuido los tiempos de mi vida, no quiero pensar que desaproveché oportunidades para amar. A veces me siento incapaz de hacerlo todo. Me siento pequeña y me sobreviene una angustia como si estuviera ya en el futuro habiéndolo hecho todo mal. Entonces me analizo y descubro un secreto: merece la pena gastar la vida en amar. Me libera y me relaja una certeza interior y muy íntima: si amo, no me equivoco. Hoy hablaba con una amiga que tiene cuatro maravillosos hijos –la mayor de diez años- y que ha dedicado todo ese tiempo a cuidarles, educarles y verles crecer. Y me decía esto: “Ya sólo quiero que me hablen de amor. No necesito nada más”. Cuando veo a esa familia y el resultado de todos esos años que Ángela le ha dedicado, se me hacen trizas las expectativas que un día tuve sobre mí. Me pregunto qué tendrá de malo una manera de vivir la maternidad para que la sociedad en que vivimos la cuestione y hasta desprecie porque, todo lo contrario, debe de ser una suerte poderte dedicar a eso y sólo a eso: a amar. Pues a esas madres que han organizado su vida en función de la familia, Rojo sobre gris. Sus hijos cambiaremos el mundo.

Fotografía de Amalia Casado

Amalia Casado

Licenciada en CC. Políticas y Periodismo

Máster en Filosofía y Humanidades

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