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El IBEX y el matrimonio

Fotografía

Por Álvaro AbellánTiempo de lectura2 min
Opinión05-04-2009

"Cuando el hombre empezó a pensar". Así se refiere una amiga al tiempo en que los griegos abandonaron la explicación mítica del mundo para dar respuestas racionales sobre la naturaleza, el mundo y Dios. Luego, los mismos griegos empezaron a reflexionar sobre el hombre y las actividades humanas: Economía, Política, Arte, Sociedad, Estado, etc. Aquel periodo se llamó "humanismo clásico" porque la reflexión partía del hombre y estaba orientada al bien del hombre. Así, el modelo básico de la economía y de la organización y las relaciones sociales era la familia. Aquellas reflexiones aportaron conceptos revolucionarios para la época que marcaron durante más de mil años la diferencia entre el crecimiento espiritual y material de Occidente frente al resto del planeta: amistad civil, bien común, principio de confianza, responsabilidad personal, transmisión de la cultura, etc. En algún momento de la Historia el hombre perdió su camino. La Economía, la Política, el Arte, etc. se convirtieron en disciplinas autónomas, y se pasó a reflexionar sobre ellas sin partir del hombre y sin tener por objetivo el bien del hombre. Como si la Economía, la Política o el Arte fueran algo "en sí mismo", con leyes y estructuras propias respecto de las que el hombre concreto no tiene nada que decir. Hoy es habitual leer un manual de Economía o incluso de Teoría Política donde no se hable de las personas. ¿Cómo es eso posible? S. McCoy es un seudónimo que esconde a un analista financiero de la revista digital Cotizalia.com. Sus consejos de "Valor Añadido" son muy seguidos por un público muy heterogéneo, pero interesado en las cuestiones Económicas. El pasado viernes McCoy sorprendió a sus lectores con una reflexión sobre el valor de la familia y las claves de su matrimonio como armas para combatir la crisis económica. Les animo a leer el artículo y los cientos de comentarios que ha suscitado. Ni el uno ni los otros tienen desperdicio. Debo reconocer que lo que más me sorprende es que algunos lectores le echen en cara, indignados, que hable de sí mismo. Cuando la persona se cuela en la Economía, saltan los "puristas" indignados. Yo no puedo sino aplaudir la aparición de la persona concreta, de carne y hueso, en este mundo de mediocridades despersonalizadas. Si la persona concreta, con sus convicciones e inquietudes, debe dejar su humanidad fuera cuando habla de Economía, ¿para qué hablar de Economía? Da la impresión de que debemos retirar todo lo personal del mundo de lo público. Al final, habrá Economía, Política. Ecología, Democracia... y un mundo ideal regido por leyes universales y perfectas, pero sin personas. Los que condenan que uno exprese algo personal, parecen desear ese mundo inhumano. Yo creo, más bien, que allí donde aparece lo personal, brotan reflexiones y discusiones apasionantes donde la vida se ensancha.

Fotografía de Álvaro Abellán

$red

Doctor en Humanidades y CC. Sociales

Profesor en la UFV

DialogicalCreativity

Plumilla, fotero, coach