Esta web contiene cookies. Al navegar acepta su uso conforme a la legislación vigente Más Información
Sorry, your browser does not support inline SVG

SIN CONCESIONES

Una loa al autónomo

Fotografía

Por Pablo A. IglesiasTiempo de lectura2 min
Opinión29-03-2009

Les voy a contar una historia real. El protagonista podría ser cualquiera de los 140.000 autonómos que en el último año se han dado de baja de la Seguridad Social. Esto significa que a las 3,5 millones de personas contabilizadas en las listas del paro debemos sumar estos 140.000 que no sólo se han quedado sin trabajo, sino que en muchos casos tienen deudas pendientes con el banco. Cuando un trabajador se va al paro, es un fracaso social. Cuando un autónomo cierra su negocio, es un drama mayor. Los autónomos son los principales creadores de pymes en España y las pymes acogen al 85% de los trabajadores. Detrás de cada autónomo suele haber al menos dos o tres asalariados. Si el autónomo quiebra, ellos se van a la calle con prestación de desempleo y en el mejor de los casos con una pequeña indemnización. Pero el autónomo se queda sin nada: sin negocio, sin sueldo, sin paro... Los autónomos están por todas partes. Un autónomo puede ser un taxista, un comerciante, un tendero de mercadillo, un carpintero, un fontanero, un comercial, un fotógrafo, un transportista, un abogado, un periodista corresponsal en el extranjero... El autónomo es un superviviente con mucha mayor capacidad de esfuerzo, de sacrificio y de superación que esos famosos a los que una cadena de televisión manda anualmente a una isla desierta. Los autónomos son como ángeles del cielo que cada dían reciben el reto de hacer un pequeño milagro: abrir una tienda, conseguir el primer cliente, pagar el préstamo del banco, cubrir gastos, contratar un empleado, etc. El autónomo llega allí donde no llega nadie. Su esfuerzo personal no sabe de fronteras porque es plenamente consciente de que nadie hará el trabajo por él. La crisis de principios de los 90 acabó con unos 10.000 autónomos. Ahora son ya 140.000 los que en el último año han puesto fin a su aventura comercial. Puede parecer un dato pero no lo es. Son 140.000 personas de carne y hueso que han perdido todo y que no reciben ninguna pensión del Estado. Quizá por eso muchos salieron a la calle la semana pasada para manifestarse ante el Congreso de los Diputados. Ser autónomo es desafiar el principio de que todos los ciudadanos son iguales ante la ley. Un asalariado tiene prestación de desempleo, un autónono no. Un asalariado tiene 15 días de permiso por nacimiento de hijo, un autónomo no. Un asalariado tiene un mes de vacaciones con sueldo, pero si el autónomo para de trabajar no cobra. Todo son desventajas para el autónomo, pero aún así hubo 140.000 personas que en los últimos años emprendieron un negocio que ahora han tenido que cerrar. Este artículo va por ellos y por los que -como mi padre, mi hermano o mi cuñada- aún tienen la fortuna de seguir trabajando y a la vez dar trabajo a otros.

Fotografía de Pablo A. Iglesias

Pablo A. Iglesias

Fundador de LaSemana.es

Doctor en Periodismo

Director de Información y Contenidos en Servimedia

Profesor de Redacción Periodística de la UFV

Colaborador de Cadena Cope en La Tarde con Ángel Expósito