PUNTOS DE DEBATE
Líderes de poca monta
Por Elías Said
3 min
Opinión01-02-2009
Si cada uno de nosotros hiciéramos un repaso de la actualidad política de nuestro país y de otros a nuestro alrededor, veríamos pocos casos de representantes políticos de los que se pudiese pagar su ¨peso en oro¨. Parece que estos tuvieran un afán por humanizarse a tal punto, que las faltas y excesos en el uso del poder no les cortase un poco, siquiera para hacer uso de los recursos del Estado para espiar o hacer valer sus intereses sin el menor reparo o pudor. Les cito dos claros ejemplos que plasman cómo esa especie llamada ¨políticos¨, ubicados en los puestos de cabeza de nuestros países, nos muestran su peor rostro y nos hacen desear no tenerles cerca. Los casos de espionaje en el seno de la Comunidad de Madrid, donde parece que existían informes y documentos que hacían mención de estos hechos, un par de años atrás, los cuales permanecían en sendos cajones –sin investigar– ubicados en la calle Génova y en la sede de la Presidencia de la Comunidad de Madrid, hasta que, por arte de magia, se nos muestran a la luz ahora, gracias a la habilidad de los medios de comunicación en España. El otro ejemplo, es lo que se está viendo en Venezuela, donde los representantes del gobierno no reparan en mostrar ante los medios de comunicación grabaciones, correos electrónicos y cuantos soportes tengan a su alcance de los dirigentes políticos de la oposición, que en principio no tienen expedientes judiciales abiertos, con el único fin de descalificarles y anexarles planes de conspiración. Son sólo dos hechos que nos muestran el turbio mar donde navegan nuestros ¨representantes¨, lo que les hace ser unos ladrones de poca monta. Aunque eso sí, con capacidad para pasarse la Constitución y los bienes del estado por partes menos nobles de su cuerpo. Que ellos, ¨los políticos¨, hagan sin pudor lo antes expuesto, mientras nos atiborran con frases de manual ¨y su siempre presente interés de actuar y defender la democracia y la Constitución¨, mientras se llenan los bolsillos del preciado dinero del Estado con sus trapicheos, no puede causarnos ya extrañeza. Pero no podemos perder la sorpresa, el rechazo y el asco ante acontecimientos como los antes expuestos ya que, como queda plasmado, no son ellos quienes detentan la balanza del equilibrio o la justicia, sino los otros actores o poderes del estado en nuestras sociedades. Sobre todo, en el caso español, ha quedado una vez más claro el poder de los medios de comunicación, quienes han ejercido siempre una posición lo más seria posible ante estos hechos, y siempre alguno de sus miembros sacan verdades de las miserias de nuestros líderes. Nosotros como simples ciudadanos, además del estupor de lo visto a través de los medios de comunicación, tenemos varios recursos y debemos tener conciencia de su valor: el mantenimiento de la sorpresa para no dejarnos liar más y exigir que paguen los responsables de esta panda de ladrones y violadores de la Constitución; y el voto, para darles donde más les duele, el detentar el poder. Casos como la guerra de Iraq y la pérdida del poder por escándalos como el GAL, FILESA, y otros nos vienen ahora a la cabeza. Debemos ejercer estos recursos para suprimir a quienes lideran nuestras instituciones, sin importar el partido de procedencia o uno afinidad.
