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TERRORISMO

Rubalcaba busca fomentar deserciones con la política de premios y castigos

Por Elena SagredoTiempo de lectura3 min
España13-12-2008

Rubalcaba dice que nunca más habrá dialogo con ETA. Lo dice después de sentenciar a la banda y recordarle que “podría haber acabado como el IRA, pero ha decidido acabar como los GRAPO”. Es decir, en lugar de un final dialogado, un ocaso fruto del acoso policial y judicial. El ministro del Interior hizo estas declaraciones precisamente para contraprogramar un acto en el que ex presos de ETA protestaban por su última medida: el acercamiento de presos que decidan renunciar a la violencia.

El lugar elegido fue el frontón de la localidad guipuzcoana de Usurbil, gobernada por ANV. Allí, cerca de un centenar de ex reclusos de la banda pusieron su cara a una foto y a un comunicado en el que piden precisamente una solución "dialogada y política" para lo que llaman “el conflicto vasco”. Además piden "el reconocimiento de los derechos de los presos políticos vascos”. Pero más allá de sus palabras, de fondo emerge la intención de la banda de aglutinar a sus presos en torno a una imagen de unión y mantenimiento de los postulados de siempre. ETA respondía así a la política recuperada ahora por el Gobierno de otorgar premios a los reclusos que se aparten de la línea dura de la banda. Rechazando el uso de armas y la violencia pueden llegar a obtener premios. En este caso, se trata del acercamiento a las cárceles del País Vasco para los etarras que estén en contra de la lucha armada. Y para aquellos que sigan reivindicando el uso de la violencia, el castigo impuesto será el alejamiento. Hace ya década y media que el entonces ministro de Justicia, el socialista Enrique Múgica, consideró que la política de dispersión de los presos de ETA perjudicaba a los intereses de la banda. La idea era dificultar la concertación entre estos y la banda. Ahora, desde el pasado mes de octubre, el Gobierno ha decidido instaurar de nuevo, la iniciativa de premios y castigos con los presos etarras. No es la primera vez que de una manera más o menos directa se accede a la vieja reivindicación proetarra del acercamiento de presos. El último en dar pasos en esta dirección fue el ex presidente del Gobierno José María Aznar, quien llevó a cabo traslados a prisiones del País Vasco en el seno de la tregua decretada por la banda en 1998 y la negociación posterior. Ahora en 2008, el Gobierno repite la misma iniciativa política aunque el contexto es muy diferente. También la intención del Ejecutivo, que lo que busca ahora es desmoralizar a la banda en busca de deserciones por medio de una política de premios y castigos. Que antiguos miembros de la cúpula de ETA se manifiesten en contra de la lucha armada y de la violencia es sinónimo de buen comportamiento y el premio a otorgar es el de terminar de cumplir la pena lo más cerca posible de sus tierras y sus familiares. Desde el 15 de octubre, según informó el periódico El Mundo una veintena de presos han sido trasladados a prisiones más cercanas para intentar resquebrajar el autodenominado frente de makos (carcelario) de la banda. Sistiaga, Pakito o Lasarte Entre ellos se encuentran a José Luis Urrusulo Sistiaga miembro del comando Madrid, Francisco Múgica, alias Pakito, ex líder de la banda y a Valentín Lasarte, miembro del comando Donosti. La peculiaridad de éste último citado es que en ningún momento, ni de forma privada ni pública se ha manifestado en contra de la violencia o la lucha armada. Lo único manifestado fue la defensa sobre la necesidad de un diálogo para acabar con el conflicto. El ministro de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, se negó a especificar los motivos de esos acercamientos y "alejamientos" y se escudó en la discreción que debe reinar sobre esta materia para asegurar la "eficacia" de las singulares medidas penitenciarias que se aplican a los presos etarras. Rubalcaba señaló también que se trata de una cuestión que afecta a "la seguridad de mucha gente" por lo que reclamó a los medios de comunicación "cierta complicidad" al informar sobre este delicado asunto. Además, el ministro aseguró que, respecto a esta materia, necesitaba discreción ya que era un tema que no quería trasladar "al debate público", pero que lo que sí que ha buscado siempre es el "consenso" con el resto de fuerzas políticas a las que ha tenido informadas.

Fotografía de Elena Sagredo