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JUVENTUD

Los jóvenes se evaden del día a día en el mundo de la noche

Fotografía

Por Tamara SantosTiempo de lectura2 min
Sociedad22-11-2008

Cada fin de semana los jóvenes buscan olvidarse de la rutina que invade sus vidas. Y lo hacen sumirgiéndose en el dominio de la noche. Cada sábado se dejan llevar por la música, el baile y el alcohol. Éste último es el gran protagonista de la fiesta.

El Instituto de la Juventud destaca como actividades más comunes de ocio salir a beber al exterior. Si se quedan en casa, la forma de divertirse pasa por ver la televisión. Ambas actividades reflejan el individualismo y el consumismo que impera cada vez más en la sociedad contemporánea. A pesar de que existen otras alternativas como el deporte o el cine, éstas últimas se pueden realizar a lo largo de la jornada diaria, de manera que hablar de fin de semana se asocia únicamente a salir de fiesta. Las normas, los padres, el trabajo, la escuela y la monotonía se rompen en las calles y los locales públicos que abren el telón a un escenario en el cual los jóvenes son los protagonistas y rompen las reglas. En este ambiente, el alcohol se convierte en la clave para olvidar, desinhibirse, entablar relaciones sociales, superar la timidez y hacer cosas que normalmente uno no haría. Vivir el momento, disfrutar del "aquí y ahora", son conceptos fruto de la posmodernidad, de una pérdida de valores y una falta de identificación del propio individuo. La falta de madurez y de valores constructivos en la educación recibida son los principales factores que causan un comportamiento masivo. Los más pequeños, de entre catorce y dieciséis años, buscan sentirse adultos y beben, se comportan como la mayoría para no sentirse extraños, quieren quedarse cada vez más tiempo fuera de casa y confunden libertad con libertinaje. El relativismo se convierte en la filosofía domintante por antonomasia. El objetivo es pasárselo bien de forma rápida. Para ello los jóvenes buscan la noche como un espacio único, al que no tienen acceso ni los adultos ni los niños, coincidiendo además con un horario fuera del laboral. Éste es otro inconveniente, ya que se utiliza un espacio de descanso a trasnochar y puede afectar a la rutina diaria. La juventud agrupa edades tan dispares como los catorce y los treinta años, grupos socialmente heterogéneos pero con algo en común: el alcohol no deja de ser el protagonista de sus encuentros sociales. Los adolescentes prefieren las calles, los más adultos establecimientos, todo en función de la edad y el nivel adquisitivo. La parte más oscura de la noche viene dada por los excesos y la falta de autocontrol, muchos desconocen el límite, de manera que lo que comienza siendo una diversión puede convertirse en una tragedia.

Fotografía de Tamara Santos