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CRISIS ECONÓMICA

El hambre infantil en el mundo desaparecería con 3.000 millones de euros

Fotografía

Por Esteban del PozoTiempo de lectura1 min
Sociedad12-10-2008

“Existe el derecho común de todos a usar los bienes de la creación. Es inaceptable la postura del rígido capitalismo que defiende el derecho exclusivo a la propiedad privada de los medios de producción como un dogma intocable en la vida económica”. Estas palabras del Papa Juan Pablo II en la encíclica Laborem exercens, ya parecían avisar en 1981 que el extremo del sistema liberal económico no sólo acabaría con la espiritualidad de las personas sino que, en un plazo determinado, también lo haría con todos los avances materiales conseguidos.

Año tras año los recursos económicos de los países desarrollados se han ido haciendo más grandes. Al mismo tiempo, los que tenían menos han mantenido su posición. Así, se ha mantenido la situación hasta hoy, cuando el número de personas que sufren por hambre asciende a 923 millones según la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la agricultura y la alimentación). El informe redactado por Hunger Watch El hambre estacional asegura que el coste para ayudar a los 19 millones de niños que padecen desnutrición no superaría los 3.049 millones de euros, incluyendo el tratamiento nutricional y la producción local del alimento terapéutico necesario. Estos estudios coinciden en tiempo con la celebración del Día Mundial de la Alimentación, el 16 de octubre. Para solucionar esto se necesitaría una verdadera política de salud pública en los países afectados y una inversión que garantizase el acceso a toda la población al tratamiento. En la última Cumbre de Roma se trató, entre otras cosas, la crisis mundial de los alimentos y se pidió a los países 22.000 millones de euros anuales para relanzar la agricultura y evitar futuras guerras. Según las estadísticas de la ONU, estas números no mejorarán en un futuro muy cercano y, por lo menos hasta 2010, el precio de los alimentos seguirá aumentando y las zonas pobres se mantendrán como tal. Ya lo denunciaba Juan Pablo II también en la encíclica Sollicitudo rei socialis: “Occidente parece inclinarse a unas formas de aislamiento creciente y egoísta”.

Fotografía de Esteban del Pozo