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ANÁLISIS DE SOCIEDAD

El ¬camino¬ de Alexia

Fotografía

Por Almudena HernándezTiempo de lectura2 min
Sociedad19-10-2008

Tenía aproximadamente la edad de Alexia cuando murió. Un buen día su madre irrumpió en mi clase acompañada por varias de las religiosas del colegio -que, por cierto, no era del Opus Dei, para los lectores que pudieran pensarlo-. Durante unos minutos la mamá de Alexia contó cómo fue su hija, cómo había afrontado la enfermedad que la llevó a la muerte y cómo mantuvo su fe a pesar del sufrimiento. Tras el testimonio, el silencio amansó la jauría de hormonas en libertad de aquel grupo de adolescentes, cuya mayor preocupación entonces estaba en el acné, el tupé, el flequillo y en remangarse la falda del uniforme. Pero la mamá de Alexia repartió unas estampitas que quedaron olvidadas quizás en aquellos libros de 7º de EGB y que quizás aún hoy están en alguna caja, dentro de algún trastero, en las tripas de algún hogar. No recuerdo exactamente dónde está mi estampita con la cara infantil de Alexia. Pero está: es de esas cosas por las que Alguien parece decir "no lo rompas, no lo quemes, no lo tires". Dirán que no, pero la película Camino es Alexia. Lo relacioné inmediatamente después de ver el tráiler por televisión. Luego, comencé a leer, a investigar, hasta encontrar la web que sus familiares dedican a su proceso de beatificación, o la carta de su hermano pidiendo respeto a una muerte digna en este mundo de sepelios sin dignidad. No sé qué "camino" habrá seguido aquella estampita de Alexia, ni el "camino" que pretende seguir el director de la película sobre la vida de esta aspirante a santa, como nunca nos enteraremos de cuántos niños pueden morir de hambre mientras nos entretenemos con estas líneas en LaSemana.es o no conoceremos a los que no llegan siquiera a ver la luz... Quizás tenga miedo a saberlo, pero lo que no encuentro es un motivo para avergonzarme de ejemplos reales -y no de ficción- de fe que demuestran al hombre por dónde debe ir. Es decir, su "camino". La visita de la mamá de Alexia nos abrió los ojos: también los niños pueden morir. Por entonces, cuando quien escribe cursaba 7º de EGB, Irene Villa se convertiría también en el rostro infantil del dolor. Pero Alexia, a través de su mamá, hizo calar bien su mensaje en aquel rebaño de adolescentes: la persona se realiza en cómo afronta el sufrimiento. Y, precisamente, ese es el "camino" que gran parte de la sociedad aún no ha encontrado.

Fotografía de Almudena Hernández

Almudena Hernández

Doctora en Periodismo

Diez años en información social

Las personas, por encima de todo