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ANÁLISIS DE ESPAÑA

La burbuja de ‘El Gordo’

Fotografía

Por Alejandro RequeijoTiempo de lectura3 min
España31-08-2008

Quería ser Gerry Adams pero se ha quedado en vieja gloria antes de tiempo. Como una Lolita o un juguete roto que fue exprimido como una marioneta por ETA hasta que dejo de interesar. Otegi ha salido de la cárcel como antes lo hizo De Juana. Pero para él no hubo grandes campañas de apoyo ni recibimientos multitudinarios. Tan sólo aguardaba a su salida un grupo reducido de amigos y compañeros de batallas a los que también se les ha pasado el arroz. Al llegar al pueblo tampoco hubo homenajes ni discursos. Sólo algunos carteles que resistían a la resaca de las fiestas patronales. También algunos abrazos y palabras de ánimo, pero todos, a juzgar por las imágenes, venían de los ancianos del lugar que pasaban por ahí. Viejos que le tiraban del moflete más por ser el Arnaldito al que veían corretear por la plaza desde niño, que por ser el Otegi que durante años ejerció como la voz y la cara visible del brazo político de esa maquina de destrucción que es ETA. Cuando uno está en la cárcel asimila el paso del tiempo a un ritmo diferente del resto de la sociedad. El Gordo, como se le conocía cuando aun era pistolero de la banda, parece creer que ha estado sólo unos días en prisión. A su salida del penal donostiarra de Martutene insistió en que la solución al “conflicto político de Euskadi pasa por el diálogo y la negociación”. Ahora tendrá tiempo de aprender que son ese tipo de declaraciones las que le han llevado al ostracismo y al olvido obligatorio. Y es que 15 meses de condena dan para mucho. Durante el año largo que se ha pasado entre muros se ha materializado el fin del proceso de paz en el que puso tanto empeño. Se han producido numerosas e importantes detenciones en el seno de la banda que dirigía sus pasos y el de sus compañeros. Pero antes, esos jefes suyos ya habían decidido que su tiempo había pasado. Como el de toda la antigua cúpula de Batasuna que él encabezaba junto a Barrena, Permach y otros, ahora en también entre rejas. El Gordo se ha perdido los últimos movimientos en el seno de la banda que han terminado por apartar a una vieja guardia cansada de vivir en la clandestinidad y han implantado la idea de la confrontación violenta contra el Estado. Por eso ahora el brazo político lo forman jóvenes inexpertos y sin preparación pero con grandes dosis de radicalización y convencimiento de que la solución a su locura no pasa por el diálogo sino por continuar matando más y con mayor crueldad que nunca. Otegi ya ha perdido su silla pero él no se entera. Está inmerso en una burbuja que le mantiene anclado en el pasado y alejado de la realidad. Precisamente la misma burbuja obsoleta y rancia en la que se encuentra ETA desde hace décadas. Pero al final, lo que el uno y los otros demuestran es que el verdadero motor de la banda no es más que una consecución de intereses personales que por definición muchas veces chocan entre sí. Desde los chavales de la kale borroka que queman contenedores sólo a cambio de los 50 euros que les dan en la herriko para pagarse el botellón de la semana siguiente. Los presos que claman por un fin de la violencia para salir de cárcel y luego, cuando la abandonan, se olvidan de sus compañeros que siguen dentro. La vieja guardia de la banda que en su día abogó por un fin dialogado de la violencia candados de no ver a sus hijos y no disfrutar de los pucheros de mamá. Los que les desplazaron por miedo a que se les acabase su sueldo fijo como pistoleros. Así hasta Otegi y la antigua Batasuna que claman a gritos su sitio para volver a pisar moqueta frente a los indocumentados que les han sustituido y ya empiezan a cogerle el gusto a eso de salir en la tele y hablar con micrófono. Al final todos se delatan. Banda de mafiosos.

Fotografía de Alejandro Requeijo

Alejandro Requeijo

Licenciado en Periodismo

Escribo en LaSemana.es desde 2003

Redactor de El Español

Especialista en Seguridad y Terrorismo

He trabajado en Europa Press, EFE y Somos Radio