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¿TÚ TAMBIÉN?

¡Bárbaro Punset!

Fotografía

Por Álvaro AbellánTiempo de lectura3 min
Opinión13-07-2008

El divulgador científico Eduard(o) Punset (según dónde publica el autor pone o quita la “o”) me resulta bárbaro en dos sentidos bien distintos de la expresión. Bárbaro, que diría un hermano argentino, por su inquietud intelectual, por su capacidad de sorpresa, por su afán de responder a las preguntas importantes de la vida (unas, por implicarnos existencialmente y, otras, por el placer de saber más) y por su capacidad para comunicar no tanto su saber, como sus ganas de aprender. Sin duda es de esas personas que alimenta la curiosidad intelectual de muchos otros y, en eso, veo a un compañero de viaje divertido, valiente, conversador y muy agradable. Por desgracia, Punset es un bárbaro en el sentido orteguiano del término: un observador con anteojeras que cree que puede interpretar toda la realidad desde su limitada mirada de cientista. Cree que todo lo explica la física, la química, la fisiología, etc. Así, el hermoso camino que podemos iniciar con él no nos lleva, lamentablemente, a ningún sitio en el que merezca la pena quedarse demasiado tiempo. Cuando nos mira, podemos estar seguros de que no ve a una persona (un ser único e irrepetible, dotado de libertad y cuya dignidad remite a raíces divinas), sino a un mero individuo de la especie humana (un conjunto de fosfatos determinado por las leyes físicas). Pero no lo hace porque no haga de menos, es que, sencillamente, tiene esa misma visión limitada de sí mismo. Es capaz de decirnos con una sonrisa que “el alma el una actividad neuronal” o que “el amor es un instinto de supervivencia” y quedarse tan a gusto. Es lo que tienen los materialistas. La conclusión que sacarán otros (no él, pero no sé muy bien porqué, porque se sigue de sus premisas) es que unos cuantos procesos neuronales menos no importan mucho (Holocausto) o que matar es amar… porque matamos para sobrevivir (nos queremos mucho) o para que sobrevivan otros. Su estrechez de miras queda perfectamente reflejada en sus respuestas a las preguntas de los lectores del Magazine. A la pregunta “¿Qué hace falta para ser feliz?” responde, con esa seguridad que da la química, que “Nadie había indagado ni reflexionado sobre un hecho tan sencillo como el de que hace falta tener la sensación de que controlas algo en tu vida para ser feliz”. Añade: “Ahora sabemos otras cosas igualmente importantes que ignorábamos antes. Que mucho más que el dinero -cuando se ha superado el nivel mínimo de subsistencia- cuentan las relaciones de pareja”. Termina su respuesta a los lectores: “¿Cómo pudimos vivir sin saber nada de todo esto que nos importaba tanto?”. Verdaderamente, podríamos pensar que Punset ha nacido ayer. Sólo en Aristóteles (hace ya más de 2300 años) quedan resueltas esas dos cuestiones. La necesidad de gobernar algo sobre tu propia vida aparece en sus Éticas, y la primacía, en orden a la felicidad, de las relaciones personales sobre el acumular dinero, está sobradamente expuesto en su Política. Pero, o Punset no ha leído a Aristóteles (ni a muchos otros), o le pareció que no era un tipo serio y que era absurdo hacerle caso hasta que la Ciencia, 23 siglos después, confirmara lo que aseguró el filósofo y se han encargado de vivir (sin necesidad de Punset y sus experimentos) millones de personas durante miles de generaciones. Gracias a Dios, parece que hay verdades más allá de la Ciencia y que podemos a sumir sus respuestas, y ser felices, sin necesidad de que Punset nos diga cómo en sus libros. Entre otras cosas, porque si la felicidad es fruto de la química y no de nuestra libertad, no sé a qué esperamos para implantar supuestas utopías como La Naranja mecánica y Un mundo feliz. Mientras llega ese terrorífico mundo perfecto donde la vida se angosta de manos de la Ciencia, yo me quedo con los hombres libres, de alma irreductible, que cuando me miran demuestran mirar a un ser humano y cuando me quieren demuestran hacerlo sin pensar o calcular su supervivencia. Sólo con esos hombres podemos todos construir ese lugar donde la vida se ensancha.

Fotografía de Álvaro Abellán

$red

Doctor en Humanidades y CC. Sociales

Profesor en la UFV

DialogicalCreativity

Plumilla, fotero, coach