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SIN CONCESIONES

En busca de enemigos

Fotografía

Por Pablo A. IglesiasTiempo de lectura3 min
Opinión25-05-2008

No sé si han observado ustedes la pelea dialéctica que el Gobierno de España tiene con el vecino de Italia a cuento de la inmigración. La llegada de Silvio Berlusconi parece haber puesto de los nervios al gabinete de José Luis Rodríguez Zapatero, quien hasta hace muy poco ensalzaba cada vez que podía la capacidad de mando de su admirado Romano Prodi. En cambio, a Berlusconi le ha recibido con una retahíla de críticas por su beligerancia con la inmigracción irregular. Su problema es que la nueva política de fronteras que viene pregoneando desde la victoria electoral del 9-M suena a chiste si se compara con la contundencia que ahora practica el presidente de Italia. La verdad es que algunas de las medidas adoptadas por Berlusconi son tan exageradas como improcedentes pero están empujadas por el mismo afán populista con el que Zapatero retiró las tropas españolas en Iraq cuando llegó a La Moncloa en 2004. Los reproches e insultos de Zapatero, de la vicepresidenta De la Vega y del ministro Corbacho desafinan ligeramente en esa melodía del talante y del diálogo que el PSOE proclama desde hace seis años. Entre sí conforman el acorde de una partitura que el gobierno socialista no ha dejado de interpretar desde que alcanzó el poder. Es la música del enfrentamiento y la contienda, equiparable al sonido grave del tambor que retumba como aviso previo al combate. Zapatero se ha pasado cuatro años acusando a la oposición de crispar pero es él quien ha buscado la batalla con el adversario cada vez que le interesaba. Unas veces para acallar problemas acuciantes como la crisis económica. Otras veces para colocarse en paralelo al adversario y salir beneficiado de la comparación. Ahora la víctima es Berlusconi pero antes lo fueron los dirigentes de la Conferencia Episcopal, Mariano Rajoy y George W. Bush. Zapatero arremete contra ellos para alentar a sus votantes y, al mismo tiempo, para conseguir que los ciudadanos le vean como el mal menor. Un refrán español resume con acierto la estrategia que en muchas ocasiones sigue el Gobierno: en el país de los ciegos, el tuerto es el rey. Zapatero es consciente de sus limitaciones y, por eso, no duda en buscar adversarios lisiados en popularidad para poder erigirse ante ellos como un referente político, ideológico y social. Ahora que la oposición atraviesa su mayor crisis interna en 20 años, el Ejecutivo debería permanecer tranquilo y ajeno a polémicas. Sin embargo, han bastado un par de decisiones de Silvio Berlusconi para que Zapatero, De la Vega y Corbacho lancen sus cuchillos contra el presidente italiano. Deberían tener cuidado con él. Más allá de sus virtudes dialécticas, Il Cavaliere puede hacer mucho daño al Gobierno y a España a través de Endesa. Zapatero permitió que Italia se quedara con ella cuando su amigo Prodi estaba al frente y ahora se encuentra con que la eléctrica está en manos de uno de sus principales detractores. Quizá por eso le ataca o quizá porque, a falta de una oposición fuerte, necesita otro enemigo para mantener su anhelada tensión.

Fotografía de Pablo A. Iglesias

Pablo A. Iglesias

Fundador de LaSemana.es

Doctor en Periodismo

Director de Información y Contenidos en Servimedia

Profesor de Redacción Periodística de la UFV

Colaborador de Cadena Cope en La Tarde con Ángel Expósito