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SALUD

El sida ya no supone una muerte segura

Por María ReyesTiempo de lectura2 min
Sociedad25-05-2008

Es la pandemia del siglo XX. El sida se ha convertido en una de las enfermedades más temidas en todo el mundo y, este miedo a lo desconocido es el que ha provocado la aparición de numerosos mitos en torno al VIH. Así, ha ido creciendo una leyenda sobre la dolencia que, aunque peligrosa y aún incurable, cuenta con medios para ser controlada.

Los mitos más extendidos sobre el sida son sobre su transmisión. Muchos piensan que el virus puede ser transmitido mediante picaduras de mosquitos o, simplemente, por compartir un vaso con un persona infectada. Incluso se ha llegado a creer que la tos, un beso o un abrazo de alguien afectado pueden transmitir el VIH. El sida sólo puede contagiarse mediante la exposición de sangre, semen, flujo vaginal o leche materna. Las vías más frecuentes de transmisión, por tanto, son las relaciones sexuales con personas infectadas, compartir jeringuillas y otros instrumentos en el uso de drogas inyectables, la lactancia de una madre sero positivo y, en algunos casos, la transmisión accidental por heridas. Todo ello, hace que sea bueno la prevención en ciertos aspectos como, por ejemplo, mantenerse fiel a la pareja -los comportamientos sexuales seguros y responsables pueden reducir el riesgo de infección- y no usar drogas intravenosas. En caso de necesidad de aproximación para su cuidado es aconsejable el uso de protectores, máscaras y guantes. Otro de los mitos más extendidos es que una mujer infectada por el VIH no puede tener hijos sanos. Bien es cierto que si una madre enferma no recibe tratamiento puede pasarle el virus a su hijo en un 25 por ciento de los casos. Pero, en la actualidad y con los medicamentos existentes, este porcentaje se reduce al dos por ciento. El auténtico peligro de transmisión se encuentra en la leche materna, por lo que se aconseja a las mujeres infectadas prescindir de la lactancia. Una de las leyendas que más negativamente afecta, sobre todo a los enfermos cuando se enteran de la infección, es la extendida creencia de que es una sentencia de muerte. En la década de los 80, podía llegar a ser cierto, pero en la actualidad es difícil morir de VIH ya que los medicamentos han mejorado mucho. Los medicamentos actuales contra el sida se denominan antirretrovirales. Inhiben enzimas que reducen el VIH frenando el proceso de la enfermedad y la aparición de infecciones y dolencias derivadas de la misma. En el año 2007, la Agencia Europea del Medicamento (EMEA) autorizó un fármaco que combina tres antirretrovirales diferentes. De esta manera, se ataca al virus desde distintos ámbitos impidiendo su multiplicación y haciendo más lento el proceso de deterioro del sistema inmunológico. No obstante, el sida no puede curarse aún. Los medicamentos para su tratamiento son fuertes y pueden causar efectos secundarios, pero en los últimos años el VIH ha dejado de ser una sentencia de muerte. El uso continuado de los fármacos puede convertirlo en una enfermedad crónica compatible con una vida larga y, en casi todos los aspectos, normal.

Fotografía de María Reyes