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INMOBILIARIAS

Colonial toca fondo

Por María García CiracTiempo de lectura2 min
Economía01-03-2008

Colonial, la mayor inmobiliaria de España, está a la espera de que el fondo de inversión de Dubai (ICD) ponga una oferta sobre la mesa y se lleve lo antes posible la propiedad de la empresa.

El asunto viene de antes. En diciembre del pasado año, Colonial admite que está entablando “conversaciones preliminares” con la francesa Gecina, lo que sonaba a proceso de adquisición. Por entonces nada parecía prever la caída de la inmobiliaria en bolsa, que tendría lugar tan sólo unos días después -a lo largo de las jornadas del 27 y 28 de diciembre- y que supuso una desvalorización de casi el 40 por ciento del total de sus acciones. Tras el batacazo, el presidente de la empresa, Luis Portillo, se ve obligado a dimitir, pero sigue manejando los hilos de la compañía como accionista mayoritario, con un 39,74 por ciento del negocio. Así, el 1 de febrero de este año, Luis Portillo y Luis Nozaleda -otro empresario de referencia, con un 14,23 por ciento- firman un acuerdo con el fondo de inversión de Dubai para vender su participación en Colonial. Y aquí llega lo bueno: el precio que pretenden fijar los dos accionistas mayoritarios es mucho menor al valor medio que alcanzó la acción el año pasado, unos cuatro euros de promedio; ahora no esperan por ella más de 3,6 euros. Lo que a simple vista puede parecer irracional no lo es tanto para Portillo y Nozaleda, que en su día compraron los títulos a 1,86 euros y 2,20 euros, respectivamente, lo que en la actualidad sólo puede suponerles beneficios. El problema llega cuando se tiene en cuenta al conjunto de accionistas minoritarios, muchos de los cuales compraron las acciones a un precio superior a cuatro euros. Si el fondo de inversión de Dubai decide ofrecer menos de tres euros a Portillo y Nozaleda, a continuación hará lo propio con el resto de accionistas, a los que esta oferta les supondría tremendas pérdidas. Sólo les quedaría entonces esperar a que el valor se recuperase o vender sus títulos, aunque el dinero que les dieran a cambio probablemente no sirviera para reponerles del susto; ni del vacío que flotara en sus bolsillos.

Fotografía de María García Cirac