Esta web contiene cookies. Al navegar acepta su uso conforme a la legislación vigente Más Información
Sorry, your browser does not support inline SVG

UN VENEZOLANO EN COLOMBIA

Inmigrantes ante el 9-M

Fotografía

Por Elías SaidTiempo de lectura3 min
Opinión02-03-2008

A lo largo de la campaña presidencial que está por finalizar esta semana y con el próximo domingo en el punto de mira de muchos españoles, pudimos ser testigos de las visiones y vaivenes que Mariano Rajoy y José Luís Rodríguez Zapatero tuvieron ante uno de los temas más sensibles entre los españoles: los inmigrantes. Para alguien que no es español de nacimiento pero que no les oculta su parte española por el afecto generado de todos los años de vivir y compartir en esta tierra, el tema de los inmigrantes en España me resulta uno de las tareas pendientes que tiene, no solo, el próximo presidente del Gobierno español sino la sociedad en general. Por una parte, somos testigos de la baja calidad del discurso de los supuestos líderes que aspiran a dirigir el destino de este país, al ver como, por una parte, Rajoy pone en práctica una línea discursiva en la que al inmigrante no se le llega a decir en su rostro que incomoda, sino que emplea la “diplomacia de lo rancio” en justificar un rosario de deberes y compromisos sin la mera contrapartida de co-dependencia que tiene España para con ellos. Por la otra, Zapatero asume un talante que para me resulta muy tímido y propia de alguien que no está verdaderamente convencido de lo que dice o defiende. Para un país como España, entre los tres primeros con menor tasa de natalidad del mundo, la persistente (in)capacidad de la sociedad y sus representantes políticos por avanzar en la promoción de mecanismos de comunicación e integración intercultural, contribuye a promover mayores espacios de diferenciación, en vez de gestar horizontes de entendimiento y reconocimiento, en el que, no sólo, el inmigrante asuma su realidad de “recien llegado”, sino que también el español esté conciente de que el camino de entendimiento e integración debe ser responsabilidad de ambas partes, sin imposiciones o predisposiciones en la que se les dice “sois bienvenidos, pero tenéis la obligación de adaptaros, no nosotros”. El futuro de España pasa por la construcción de estrategias interculturales en las que lo multicultural se deje a un lado, así como la marcada condición de “medios embarazados” que toman los responsables políticos ante este tema. Por ello, es nuestro deber promover estos espacios de reflexión en los que se deje ver a los inmigrantes como “usurpadores, aprovechados o pobres personas” y se prime la visión de igualdad en la que, no solo, ellos están por necesidad sino que ayudan a sacar adelante un país cada vez más viejo y requerido de una Seguridad Social cada vez más robusta, la cual satisfaga las necesidades de todo aquel que vive en España, entre otras cosas. Este punto de reflexión permitirá construir un país para todo aquel que este dispuesto y la sienta suya, a pesar de admitirles que no todo inmigrante es bueno por naturaleza, como sucede con los españoles. Lo aquí expuesto favorecerá al avance, en conjunto, del delineo de una visión de país inclusivo y dirigido al progreso de sus ciudadanos, españoles o no, en el que se aminore en los inmigrantes la recurrente necesidad de ver y añorar el país del que se vino, y que estos comiencen a ver y sentir a España como extensión de éste y sus raíces. ¿O es que ser español es sólo el que nace en España?

Fotografía de Elías Said