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¿TÚ TAMBIÉN?

“Crean ustedes esperanza”

Fotografía

Por Álvaro AbellánTiempo de lectura3 min
Opinión20-01-2008

Nicolas Sarkozy, presidente de la laica República francesa, fue investido el pasado 20 de diciembre como canónigo de honor de la Basílica San Juan de Letrán. Sin duda, las vacaciones de Sarko y Bruni en Egipto ofrecían mejores fotos. Pero los amoríos de un presidente no parecen materia relevante de la información internacional que la prensa debería prestarnos para comprender el mundo. Sus gestos políticos, cuajados de sentido, sí deberían serlo. Es tradición que los monarcas y, luego, presidentes de la república Francesa acepten semejante cargo desde que el rey francés Clodoveo se convirtiera en el primer soberano cristiano. Aquel acontecimiento fue decisivo en la historia de Francia, pero también para la expansión del cristianismo en Europa. Desde entonces, a la hoy nación lacia por excelencia se la bautizó como “Hija primogénita de la Iglesia”. Algunos presidentes de la República de los últimos años perdieron esta tradición. Sarkozy la ha recuperado no sólo en forma, sino en su esencia. Prueba de ello, su valiente discurso. Sarko repasó con multitud de ejemplos lo que Francia le debe al cristianismo -que es mucho- y lo que el cristianismo le debe a Francia -que también lo es-. Sarko defendió el sentido e identidad de Francia como estado laico, y dicho valor como “una necesidad y una oportunidad” tanto para Francia como para la Iglesia. Pero también fue crítico con el anticatolicismo del primer laicismo: “Durante mucho tiempo la república laica subestimó la importancia de la aspiración espiritual” y se mostró, hasta 2002, “más desconfiada que benevolente respecto a los cultos”. “Creo que esta situación es dañina para nuestro país. Por supuesto, los que no creen deben ser protegidos de toda forma de intolerancia y de proselitismo. Pero un hombre que cree, es un hombre que espera. Y el interés de la República es que haya muchos hombres y mujeres que esperan”. Después de explicar la importancia de una moral y política humanas independientes de las religiosas, pero en diálogo con lo que éstas pueden aportar, pues “una moral desprovista de lazos con la trascendencia está mucho más expuesta a las contingencias históricas y finalmente a la fragilidad”, concluye cómo un político no puede decidir “en función de consideraciones religiosas”, pero sí que su reflexión y conciencia estén “iluminadas por juicios que hacen referencia a normas y convicciones libres de contingencias inmediatas”. Cierra su discurso agradeciendo la labor de los religiosos, pues “crean esperanza”, esa virtud de la que todo país necesita para afrontar el presente con ilusión y mirar de frente al futuro. No puedo sino aplaudir, compartir y difundir las palabras de este político a la altura de los tiempos, especialmente aquí, donde los dirigentes españoles, sean del color y la tendencia política que sean, ofrecen sobre “laicidad y religión” un discurso plano, acomplejado, casposo y desfasado. Voto, con Sarkozy, por esa “laicidad positiva que, siempre velando por la libertad de pensar, de creer y no creer, no considere que las religiones son un peligro, sino que son un valor”. Bernanos, católico y francés, dejó escrito: “El futuro es algo que se supera, no se sufre, se hace […] La esperanza es una determinación heroica del alma”. Será precisamente así, al redescubrir el “¡Tú también!” que comparten creyentes y no creyentes en la tarea de edificar con esperanza un mundo más humano, como encontraremos, en el seno de la política y de la vida pública -donde debe caber el hecho religioso-, ese lugar donde la vida se ensancha.

Fotografía de Álvaro Abellán

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Doctor en Humanidades y CC. Sociales

Profesor en la UFV

DialogicalCreativity

Plumilla, fotero, coach