SER UNIVERSITARIO
Memoria histérica
Por Álvaro Abellán2 min
Opinión22-10-2007
La apodada Ley de Memoria Histórica merece, más bien, otro sobrenombre: el de Histérica. Primero, porque “memoria” e “Historia” -con mayúsculas- son dos conceptos que no se llevan demasiado bien, salvo en los regímenes totalitarios que gustan de reinventar el pasado. Segundo, porque cuando uno coge el texto de la Ley no puede sino acordarse del esperpéntico discurso de investidura en el que Zapatero apuntaba maneras acordándose de su abuelo, fusilado en la Guerra Civil, acontecimiento que no ha vivido el 65 por ciento de los españoles. Es decir, que a uno le da la impresión de que esta Ley es más histérica -“mostrar con exageración y aspavientos sus reacciones o actitudes afectivas”- que histórica. Es histérica por parcial y por inoportuna. Es cierto que la Ley reconoce la condición de víctimas a todos los caídos en la Guerra Civil y en la posterior dictadura -fueran del bando que fueran-. Pero la Ley olvida el detonante -o causa, que no justificación- de la Guerra Civil: las irregularidades e ilegalidad de la II República, así como las persecuciones y matanzas desde el año 1934 (dos antes de que estalle la guerra, periodo que esta ley olvida). Puestos a hacer “memoria”, convendría rescatar de la “amnesia” del actual Gobierno las barbaridades de la II República, que nada tuvo que ver con el supuesto periodo democrático y de libertad que nos intenta vender este PSOE y que quedó plasmado en su famoso documento donde conmemoraba los 20 años de nuestra Constitución (¡eso sí fue un ejercicio de desmemoria!). Este “olvido” convierte a la ley en parcial y gravemente politizada. Pero, además de parcial, esta ley es muy inoportuna porque provoca un debate público en tono parcial y revanchista que contradice el espíritu de la Transición. Si llevamos 30 años de convivencia democrática es, precisamente, porque hasta hoy todas las leyes de compensación a las víctimas (unas nueve, si no recuerdo mal) se han ejecutado con el consenso de los dos principales partidos, sin provocar ruidos, sin caer en revanchismos y sin reivindicar abuelos. La histeria tiene consecuencias peligrosísimas y es el arma favorita de los regímenes totalitarios, pues la manipulación de los sentimientos está en la base de la manipulación del pueblo. Pero la “memoria” histórica, también. El otro punto controvertido de la ley es que habrá personas nombradas por el Congreso encargadas de gestionar esta memoria. Cuando la Historia -una ciencia- deja de estar en manos de los historiadores y se convierte en memoria -un recuerdo subjetivo- gestionada por un Gobierno, podemos caer con facilidad en la “reinvención del pasado”, como ya nos ha demostrado el PSOE en el mentado manifiesto conmemorativo de los 20 años de Constitución. Y, como recuerda Orwell y aplicó el nazismo -y el comunismo, y el fascismo, y el franquismo-, “quien controla el pasado, controla el futuro”. Y si el mismo gobierno que pretende velar por la “memoria histórica” es el que impone “Educación para la Ciudadanía”, los paralelismos con los regímenes totalitarios son para echarnos a temblar.