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SIN CONCESIONES

Orgullo español

Fotografía

Por Pablo A. IglesiasTiempo de lectura2 min
Opinión16-09-2007

El deporte se ha convertido en el nuevo instrumento de cohesión nacional en todos los países. Si antaño era el Ejército quien promovía el sentimiento patriota entre la población, ahora son futbolistas como Torres y Villa, tenistas como Rafa Nadal y pilotos como Fernando Alonso los que consiguen que los españoles se sientan orgullosos de haber nacido tales. La gesta de la Selección de baloncesto es el último ejemplo de unidad y fervor por los símbolos nacionales dentro de la cancha, puesto que al salir del pabellón suelen guardarse en la mochila por temor a que a uno le llamen "facha". Es curioso. A los españoles nos gusta ver la bandera rojigualda en los estadios pero luego nos da vergüenza colgarla en el balcón de casa o pararnos a contemplarla cuando pasamos por delante de un edificio oficial. Han pasado casi 70 años desde el final de la Guerra Civil y, sin embargo, España permanece todavía dividida entre los que pasaron aquella página de la Historia y los que continuan enganchados a ella como esperando a poder reescribirla. La mayoría de los ciudadanos vivimos acomplejados por el miedo a ofender a quienes piensan diferente a nosotros o, peor aún, por temor a que nos tachen de franquistas por enarbolar los colores nacionales. La consecuencia de esta duda interior es que una mitad de españoles sobrevive bajo el yugo del qué dirá la otra mitad. En cambio, esa minoría conformada por republicanos, antiespañoles e independentistas manifiesta sin reparos ni complejos su manera de pensar, aunque con ella falte el respeto al vecino o vulnere la ley. Así ha pasado con la bandera española en el pueblo guipuzcoano de Lizartza o con la quema de las fotografías de los Reyes en Girona. En cientos de pueblos del País Vasco, Navarra y Cataluña no hay rasto de la bandera española porque sus alcaldes se niegan a reconocerla o tienen miedo a lo que puede pasar si la ondean. Desde hace años incumplen la ley a conciencia pero con la tranquilidad de saber que el Estado no tomará medidas judiciales contra ellos. Más complejos. Los políticos son los primeros responsables de este sentimiento antipatriótico que no tiene parangón en ningún país del mundo. Ellos son los promotores de esta guerra de símbolos más propia del siglo XIX que del presente siglo XXI. Mientras tanto, los estadios se llenan de insignias nacionales cada vez que juegan la Selección de fútbol o baloncesto. Deportistas barceloneses como Pau Gasol y Juan Carlos Navarro son los primeros en vestir con orgullo los colores de España y situar a su patria en lo más alto. A falta de sentido común en los gobiernos, ellos fomentan la unidad, la cohesión y el sentimiento nacional que tanto necesita nuestro país.

Fotografía de Pablo A. Iglesias

Pablo A. Iglesias

Fundador de LaSemana.es

Doctor en Periodismo

Director de Información y Contenidos en Servimedia

Profesor de Redacción Periodística de la UFV

Colaborador de Cadena Cope en La Tarde con Ángel Expósito