Esta web contiene cookies. Al navegar acepta su uso conforme a la legislación vigente Más Información
Sorry, your browser does not support inline SVG

SER UNIVERSITARIO

Lecciones de ¬La Ganadora¬

Fotografía

Por Álvaro AbellánTiempo de lectura3 min
Opinión17-06-2007

Atrevida película, ésta de Dreamworks, por rescatar un modelo de mujer que sin duda escandaliza al feminismo progre. Una mujer inteligente que gana en concursos de la tele más que su marido maquinista. Una mujer que administra la casa y educa a sus doce hijos casada con un borracho que siempre llega con la botella de whisky llena y el bolsillo vacío, un vacío donde resuena el eco de la leche no comprada que los críos no podrán beber. Una mujer cuyo problema es “ser condenadamente feliz” en la miseria de una casa hipotecada, de unos hijos alimentados con palitos de pescado y hamburguesas y de una vida que se salva del abismo a golpe de concurso. La Ganadora, basada en hechos reales, demasiado reales, tiene de maniqueo lo que necesita toda película para mostrar en hora y media los contrastes entre la mujer valiosa, alegre y abnegada y el marido borracho, bruto e impotente. No obstante, la protagonista no llega a ser un ángel; ni su marido, un demonio; ni los hijos son otra cosa que hijos; ni los vecinos, nada más que vecinos. Ni siquiera la Iglesia deja de ser lo que suele ser habitualmente una Iglesia y las leyes injustas de la época aparecen en los momentos precisos, lo justo y necesario. Eso dota a la película del realismo necesario para entender a cientos de hogares de los años 60 en los Estados Unidos. Lo que convierte en homenaje a las madres, a las grandes madres, todo el tono de la película. Si yo dijera que “quiero una mujer así en mi vida” entendería que las feministas progres se me echaran encima, pues quizá pediría de lo que ya no hay y, sobre todo, pediría un modo de vivir la familia del que ellas son absolutamente incapaces. Pero no digo eso. Sólo digo que la protagonista es toda una mujer, una mujer de verdad, y que ya me gustaría estar a mí a la altura de ella. Ya me gustaría a mí que su marido entonces o los hombres de hoy estén a la altura de mujeres como ella. Si yo fuera mujer, no trataría de igualarme al hombre. No empezaría a fumar, a mear de pie, a emborracharme en cualquier lugar, a rechazar la maternidad, a acostarme con el primero de turno y a tantas otras imbecilidades a las que nos acostumbraron las feministas de los 70, queriéndose igualar a los hombres no ya en lo material, sino además en lo peor. Si yo fuera mujer trataría de conservar lo mejor de mis mayores, como por ejemplo el amor de una madre y, luego, trataría de elevar a los hombres. Trataría de enseñarles que su dignidad no tiene que ver con los ceros en su cuenta corriente, que su fortaleza no se mide en los electrodomésticos que es capaz de destrozar cuando se cabrea y que la felicidad no es algo directamente proporcional a la cantidad de drogas consumidas. Esta película, cinematográficamente prescindible, llamará a las puertas de los corazones de hombres y mujeres que quieran construir un futuro común. Porque muestra la grandeza de ser mujer y eso, además de un modelo para ellas, es todo un reto para los varones. Mujeres que queréis luchar por vuestra dignidad: mostradnos la grandeza de una mujer, y nos rendiremos a la tarea de ser grandes hombres.

Fotografía de Álvaro Abellán

$red

Doctor en Humanidades y CC. Sociales

Profesor en la UFV

DialogicalCreativity

Plumilla, fotero, coach