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SIN CONCESIONES

El equipo de Zapatero

Fotografía

Por Pablo A. IglesiasTiempo de lectura3 min
Opinión17-06-2007

Daría lo que fuera por ver el mensaje que Rubalcaba mandó a Zapatero el domingo por la noche. Seguro que ni le sentó bien ni le hizo pizca de gracia. Pero es lo menos que podía ocurrirle tras el épico triunfo del Real Madrid. De sobra es conocida la fanática afición del presidente del Gobierno por el FC Barcelona. Lo que saben muy pocos es que a Zapatero le gusta bombardear con mensajes impertinentes y llamadas telefónicas de mofa cuando el Barça gana un partido o cuando el Real Madrid no consigue la victoria. El principal damnificado por esta vengativa afición de Zapatero no es otro que Alfredo Pérez Rubalcaba. El cariño entusiasta del ministro del Interior por el equipo merengue le ha provocado tremendos dolores de cabeza desde que el PSOE llegó a La Moncloa. Curiosamente, fue desde entonces cuando el Barça comenzó a sorprender con su jogo bonito hasta arrebatar el campeonato nacional de liga al Real Madrid de Beckham, Zidane, Figo y Ronaldo. Ahora, la cosa ha dado la vuelta y Rubalcaba quizá haya obrado venganza... Las bromas de Zapatero con Rubalcaba son una metáfora del trato que el presidente del Gobierno tiene con muchos de sus ministros. La superioridad de su cargo le lleva a actuar en muchas ocasiones con una soberbia impropia de quien debe tener los pies en la tierra para tomar aquellas decisiones que más convienen al interés general de España. Esa misma superioridad es la que en ocasiones le lleva a no escuchar los consejos de sus ministros más inteligentes y expertos. Tanto en materia económica como en la lucha contra el terrorismo, ha menospreciado no pocas veces a Solbes y Rubalcaba para fiarse en cambio de aprendices de brujo como Miguel Sebastián y Jesús Eguiguren. Son estos dos personajes, precisamente, los que le han llevado a cometer dos de los mayores disparates de esta legislatura: la OPA de sus amigos de Gas Natural sobre Endesa y la negociación con la banda terrorista ETA. En ambos procesos, Zapatero dejó al margen a Solbes y Rubalcaba en los instantes más delicados convencido de que su preponderancia e instinto político sabrían indicarle el camino hacia la gloria. Sin embargo, esa chulería y arrogancia que le ha llevado al fracaso es la misma -o muy parecida- que ha provocado la debacle deportiva de su equipo de fútbol favorito. Entre el Barça y Zapatero existe un casual paralelismo que nace en su victoria electoral del 14 de marzo de 2004. Cuatro días después, el Real Madrid perdió in extremis la final de la Copa del Rey ante el Zaragoza. Ocurrió en Barcelona el 18-M. A partir de ahí, el club de Rubalcaba entró en barrena. Era líder en la Liga pero en dos meses pasó a perderla hasta acabar el campeonato en cuarta posición. Por aquel entonces, Zapatero ya era presidente y su carisma subía como la espuma con decisiones como la retirada de las tropas de Iraq. El Barça fue segundo aquel año pero ganó el torneo en los dos siguientes y en mayo de 2006, en pleno alto el fuego de ETA y con la popularidad de Zapatero por las nubes, incluso ganó la Liga de Campeones. Pero el prestigio de aquellos futbolistas comenzó a caer poco a poco y a un ritmo similar al del presidente del Gobierno. Primero perdió la Supercopa de Europa, luego la Intercontinental y así hasta que en plenas elecciones municipales y autonómicas cedió el liderato de la Liga al Real Madrid de Fabio Capello. Algo coincidente a lo ocurrido en las urnas el 27-M, cuando Mariano Rajoy le ganó las elecciones a Zapatero por 160.000 votos. Sólo Dios sabe si tantos paralelismos son casualidad. Pero pocos negarán que el símil político está más que justificado. Con la consecución del título de liga para el Real Madrid, Zapatero debería poner sus barbas a remojar. No sólo por el SMS que le haya mandado Rubalcaba, sino porque los caprichos del destino suelen cumplirse en repetidas ocasiones.

Fotografía de Pablo A. Iglesias

Pablo A. Iglesias

Fundador de LaSemana.es

Doctor en Periodismo

Director de Información y Contenidos en Servimedia

Profesor de Redacción Periodística de la UFV

Colaborador de Cadena Cope en La Tarde con Ángel Expósito