Esta web contiene cookies. Al navegar acepta su uso conforme a la legislación vigente Más Información
Sorry, your browser does not support inline SVG

SIN ESPINAS

España unida: bien moral y político

Fotografía

Por Javier de la RosaTiempo de lectura4 min
Opinión10-06-2007

"Si un reino está dividido contra sí mismo, ese reino no puede subsistir" (Marcos 3, 24). Así le dijo Jesucristo a los hipócritas cuando en el colmo del retorcimiento moral, intelectual y espiritual le acusaron de que podía echar demonios gracias a que tenía dentro al mismo diablo. Ese absurdo es el mismo que el de aquellos nacionalistas que se rebelan contra la patria que, desgraciadamente, los vio nacer. Unos nacionalismos que gracias al debilitamiento moral y político de nuestro país, han maniatado un espíritu común históricamente fuerte; y le están hurtando la unidad que le ha caracterizado durante siglos. El 3 de mayo de 2003, el Papa Juan Pablo II nos exhortó a los jóvenes que asistimos a Cuatro Vientos durante su última visita a España: "manteneos lejos de toda forma de nacionalismo exasperado". Este domingo durante la homilía del Corpus Christi, el cardenal y arzobispo de Toledo, Antonio Cañizares aseguraba que "la división por tantos enfrentamientos actuales o por una reapertura de heridas y divisiones pasadas nos conducen a la quiebra". Y decía más, refiriéndose a la unidad de la Iglesia: "a veces los que con mayor razón deberíamos dar ejemplo de unidad no lo damos suficientemente". ¿Por qué afirman estas cosas el mismo Jesucristo y dos de sus máximos representantes a comienzos del siglo XXI? Sin buscar demasiado podemos encontrar razones teológicas, religiosas, intelectuales, históricas y políticas. Empecemos por aquellos argumentos a los que los descreídos conceden menor valor. Teológicamente que España es una realidad y no una invención está reconocido en la mismísima Sagrada Escritura. San Pablo, en su Carta a los Romanos, por dos veces, menciona a Hispania, al anunciar un viaje de evangelización (Rom 15:24 y 15:28). La referencia a esa realidad es palabra de Dios, como todo lo demás dicho en la Biblia. Esto, además es un argumento histórico e intelectual porque, como apunta en un magistral artículo el catedrático de Derecho Constitucional de la Facultad de Derecho de la Universidad de Santiago de Compostela Carlos Ruiz Miguel, el respeto a la verdad exige reconocer que España existe desde los tiempos apostólicos. De esta manera, "todos los nacionalismos o separatismos que niegan la existencia de España son moralmente malos, por rechazar esta verdad. Los obispos de las diócesis vascas tienen así la grave responsabilidad de denunciar el silenciamiento consciente de la verdad. ¿Se habrá llegado en alguna celebración religiosa en las diócesis vascas a omitir o mutar la palabra España cuando haya cumplido leer en un acto religioso la Carta de San Pablo a los Romanos?". Históricamente, en el siglo VI la unidad política de España favoreció la expansión de la verdad cristiana; y la Iglesia Católica pudo más eficazmente combatir las herejías y el resto de doctrinas heterodoxas. Asimismo, en el III Concilio de Toledo, el poder político obtuvo el refuerzo de su posición gracias al apoyo de la Iglesia Católica. Lo mismo ocurrió en la Reconquista. Vista desde los intereses de la Iglesia, la expansión de la fe católica se vio favorecida cuando los reinos independientes existentes en España actuaron conjuntamente. El caso más señalado fue la batalla de las Navas de Tolosa, 1212. Igualmente, la derrota del Islam en Lepanto (1571) fue posible porque España era una unidad política; y por supuesto gracias a la llamada Liga Santa, formada por España, Venecia y la Santa Sede, donde el verdadero combate lo sostuvieron los tercios embarcados españoles que derrotaron a los turcos otomanos. De no haber existido esa unidad política, las dificultades para reunir una flota suficiente quizá habrían hecho imposible la victoria. Además de los beneficios morales y políticos que la unidad de España ha revertido en nuestra patria, es moralmente aberrante negar la unidad cultural fundamental de todo el territorio español. Instrumento que insanamente utilizan los nacionalismos para seguir separando. No sólo por la tergiversación de la enseñanza de la historia sino por el excluyente uso de sus lenguas y ricas tradiciones regionales. Ante tanta hipocresía y mentira nacionalista, tanto Juan Pablo II como el Cardenal Cañizares, proponen una misma solución para los cristianos: que vivan "en toda su verdad el sacramento de la Eucaristía, sacramento de unidad, vínculo de caridad como una verdadera escuela de paz". Sólo así, decía Juan Pablo II en Cuatro Vientos: "viviendo la experiencia del amor de Dios e irradiando la fraternidad evangélica, podréis ser los constructores de un mundo mejor, auténticos hombres y mujeres pacíficos y pacificadores".

Fotografía de Javier de la Rosa