Esta web contiene cookies. Al navegar acepta su uso conforme a la legislación vigente Más Información
Sorry, your browser does not support inline SVG

SIN ESPINAS

Este domingo fui testigo

Fotografía

Por Javier de la RosaTiempo de lectura2 min
Opinión28-05-2007

Este domingo he vuelto a creer que la unidad entre los españoles es posible. Me tocó ser presidente de una mesa electoral y pude comprobar el reduccionismo y la estrechez mental al que nos tienen sometido nuestro prejuicio, los medios de comunicación y, sobre todo, nuestra clase dirigente. Conviví y trabajé durante 15 horas seguidas con vecinos de toda índole; entre los que se encontraban militantes de varias tendencias. Pero desde el principio pude comprobar que por encima de los intereses políticos que defendían -más que nunca en este día- su humanidad como personas afloraba muy por encima de todo signo ideológico. Es esa, la realidad que nos impiden ver las escamas adheridas a nuestros ojos. Una costra visual reseca y endurecida por la endemoniada dialéctica política que los medios no cejan de amplificar. Pero este domingo entre voto y voto hablaba de la vida con mis vecinos. De lo caro que está la vivienda, de que ahora son los padres los que tienen que emanciparse de sus hijos, de cómo está la educación... Problemas de todos, no sólo de Susana, la apoderada de IU. "¡Tú y yo nos hemos visto paseando al perro a las 8 de la mañana en el parque!", le decía Conchi, apoderada del PSOE, a Pedro -uno de los vocales que tanto me ayudó a presidir la mesa durante la larga jornada-. "¡ Ay que ver el botellón que montan los niñatos todos los viernes en el descampado al lado de nuestro parque y la poli no hace nada!" le comentaba Pilar, la interventora del PP a Valentín -otro de los vocales- sin los que mi trabajo hubiera sido mucho más pesado todavía. Este domingo fui testigo de que la rivalidad generada por los políticos y los medios de comunicación entre los españoles es una ficción construida por ellos mismos para asegurar que su mediocridad y falta de talento no les quitará el voto. Con el electorado dividido, por mucho que uno lo haga fatal sabrá siempre que su simpatizante nunca votará al “diabólico” candidato de la lista adversaria. Es así como se construye la dictadura dentro de la democracia, un oligopolio bipartidista donde un par de manos confeccionan unas listas cerradas a las que nos vemos obligados a votar en función del principio del mal menor. Pero la humanidad del hombre siempre florece cuando todo alrededor es cabeza perdida. Entonces su corazón destila un aroma siempre nuevo que ahoga los ambientes plomizos y apestados por tanta miseria y ambición malsana. Pero ahora tengo la esperanza de que el Reino de España puede subsistir si nos damos cuenta de esto. Porque creo que Dios sigue confiando en nosotros.

Fotografía de Javier de la Rosa