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ANÁLISIS DE DEPORTES

En qué se parecen Luis Aragonés y la natación española

Fotografía

Por Roberto J. MadrigalTiempo de lectura2 min
Deportes01-04-2007

Qué quieren que les diga. Visto cómo juega España, al tran-tran, con un Luis Aragonés senil después de más de tres décadas impartiendo cátedra, que no acepta críticas –ya debió irse tras el Mundial de Alemania– y un ambiente enrarecido, hubiera preferido que perdiesen contra Dinamarca y/o Islandia para precipitar la marcha del de Hortaleza. Pero como no sucedió, sino que además la derrota de Suecia contra Irlanda del Norte –¡ojito la que están armando!– permite a la selección mantener sus opciones de acabar en la repesca para el Europeo de 2008, tocará esperar mejor ocasión. Así que en Brasil, que si Ronaldinho de Assis deja de ser el número diez, y como la selección no juega en su país desde hace tres años, la cuestión de estado viene siendo en qué partido va a llegar Romario a su gol número mil. Sorprende cómo el talentosísimo Baixinho, a pesar de unas cuentas nada rigurosas, de su querencia por la juerga y la poca voluntad para entrenar –baste recordar el enfrentamiento con el propio Aragonés cuando coincidieron en el Valencia–, haya conseguido llegar hasta los 41 años dando guerra. Después de algunos años alargando la carrera para llegar a la cifra, Maracaná le debe tributar una calurosa despedida. Como calurosos, también, han sido los apoyos que ha recibido Jorge Garbajosa tras su lesión. Una caída tan fea que incluso a él le daban ganas de vomitar, pero que revela la clase de persona tan extraordinaria que es el pívot español. No sólo por pensar en el Europeo, y en apoyar a sus compañeros si no puede jugar para entonces, al rato de lesionarse, sino porque en los meses que lleva en la liga estadounidense ha quedado claro que se ha ganado el aprecio de todos. La admiración, en cambio, corre por cuenta de Michael Phelps, que va camino de destrozar la leyenda de Mark Spitz: en la era de la tecnología, alguien capaz de rebajar las marcas por segundos, y no por centésimas, es impresionante. También porque el chaval –que son sólo 21 años– reconoce que sin la piscina su vida hubiera sido poco menos que un desastre, y porque ha sabido enmendar su error tras ser detenido, en 2004, por conducir borracho. La natación española, entre tanto… sigue en su particular travesía del desierto: más allá de la sincronizada y de Erika Villaécija, nadie llega a las finales. Celebrar la clasificación del relevo femenino de 4x200 libres para los Juegos de Pekín, si no fuera tan ridículo, sonaría a chiste cuando países próximos, como Túnez, celebran a los primeros medallistas de su historia. ¡Qué no costaría tener vergüenza y un mínimo de autocrítica!

Fotografía de Roberto J. Madrigal