Esta web contiene cookies. Al navegar acepta su uso conforme a la legislación vigente Más Información
Sorry, your browser does not support inline SVG

ANÁLISIS DE DEPORTES

La insistencia en ‘vender la moto’

Fotografía

Por Roberto J. MadrigalTiempo de lectura3 min
Deportes25-03-2007

El Gran Premio de España, así como la temporada, ni mucho menos es lo que se dice. La categoría no es un mano a mano entre Valentino Rossi y Dani Pedrosa, ojito con engañarse. El italiano ha demostrado que es el mayor talento sobre una motocicleta, y el español, con un estilo más sobrio, está consiguiendo ser muy rápido. Lo único que ambos comparten, con todo, es la regularidad: el Doctor tiene una lucha contra sí mismo, por las pequeñas distracciones que le costaron el título en 2006, y el menudo tricampeón sigue haciéndose a la Honda, por el momento quitándole los galones a un Nicky Hayden desesperado porque no consigue encontrar el punto de rendimiento a la moto. Pero si alguien piensa, tras lo visto en Qatar, que en MotoGP las Ducati no tienen nada que decir –más aún a la vista del revolcón, entre comillas, que le está dando el combativo Casey Stoner al finísimo Loris Capirossi–, está muy equivocado. Los pilotos de Suzuki, por fin con una moto que parece competitiva, y las Kawasaki –eso sí, con dos pilotos más bien del montón… bien haría falta invertir algo más en el capital humano– pueden dar más de una sorpresa, incluso alguna Honda cliente bien puesta a punto, como se ve en los entrenamientos. La carrera, eso sí, es harina de otro costal y es el terreno para los más fuertes. El cuarto de litro, sin ninguna duda, vive el mejor momento de toda la historia para los españoles. Los títulos de Sito Pons, hace casi dos décadas, el esfuerzo –sin premio– de Carlos Cardús y tantos otros, pasando por el doblete de Pedrosa, tenían algo en común: eran islotes en medio de una categoría que se veía un tanto descafeinada entre las cilindradas menores, las más concurridas por los pilotos españoles, y ese terreno de los monstruos que eran los 500 cc. Ahora, a pesar de las idas y venidas que durante un tiempo hubo del Mundial de Superbikes –con motos de calle modificadas y no prototipos, como en el MotoGP–, la cilindrada mediana parece consolidada como la mejor opción para conseguir un asiento en la categoría reina. Al menos, esa relativa calma –porque siempre se exigen resultados– ha permitido que tanto Jorge Lorenzo como Héctor Barberá, que en su paso por 125 cc. fueron poco menos que dos torbellinos, todo nervio y poca cabeza, alcancen la madurez deportiva y empiecen a exhibir todas sus cualidades. Aun así, es una lástima que con el dominio técnico de las motos de Aprilia, pilotos como Andrea Dovizioso no puedan plantar mayor resistencia. En el cuarto de litro, el riesgo es el aburrimiento… no porque falten pilotos hambrientos y descarados, sino porque desde hace un par de temporadas a esta parte, la estructura que ha montado Jorge Martínez, Aspar, es sencillamente casi imbatible. La pugna por el Mundial es entre sus cuatro pilotos, aunque eso sí, está más que abierta entre ellos. Ni a Sergio Gadea ni a Héctor Faubel –aunque el piloto de Lliria se merece aún el beneficio de la duda, a expensas de que mantenga la regularidad– se les ve todavía en condición suficiente como para repetir el dominio que consiguió Álvaro Bautista el año anterior. Pero como quiera que su competencia son el italiano Mattia Pasini, falto de constancia en sus resultados, y un tipo de sangre tan caliente o más que cualquier novato como el húngaro Gabor Talmacsi, bastante es que entre ellos no salten chispas. En fin, que mientras no haya sustos como el de Roberto Locatelli por las caídas –ojalá se recupere pronto– y mientras el operativo de tráfico, por fin, funcione en Jerez y se eviten las burradas de algunos fantasmas que van de moteros y los atascos de tráfico, toca disfrutar y animar. Con elegancia, como hacen los propios pilotos, salvo contadas excepciones, al terminar la carrera. Eso sí que es deporte.

Fotografía de Roberto J. Madrigal