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ITALIA

La crisis de Gobierno en Italia, una más en la Historia

Por J. F. Lamata MolinaTiempo de lectura4 min
Internacional25-02-2007

No son pocos los que creen que el sistema electoral italiano debería cambiarse. Una agitadísima historia política de constante inestabilidad electoral es la prueba de ello. Desde la Segunda Guerra Mundial, sólo tres primeros ministros han superado la barrera de tres años seguidos de Gobierno: Bettino Craxi, Aldo Moro –asesinado- y Silvio Berlusconi.

Tras la caída del fascismo en Italia y con él de la monarquía de los Saboya, en Italia se impuso un sistema parlamentario con una ley electoral que favorece a los partidos pequeños. Esta situación permite una nutrida representación de distintas formaciones en la Cámara italiana y vuelve muy difícil la aprobación de leyes por parte de los gobiernos, que tienden a dimitir o a disolver las cámaras en cuanto sus leyes son derrotadas. La Democracia Cristiana fue el partido mayoritario que tuvo que pilotar la transición desde el fin de la guerra. Sin embargo, era muy difícil lograr la estabilidad con las constantes presiones de los comunistas italianos y también de los neofascistas del Movimiento Social Italiano de Giorgio Almirante, además de los propios enfrentamientos internos dentro de las filas democristianas. Para hacerse una idea de la situación, cuando en 1962 el democristiano Fanfani formó gobierno, era el vigésimo tercer ejecutivo tras la Segunda Guerra Mundial y la proclamación de la I República, 15 años atrás. Se habían producido más gobiernos que años. El democristiano Aldo Moro fue el que logró terminar con tanta crisis al hacer el llamado “pacto del compromiso” con el Partido Comunista Italiano de Belinguer con el que formó gobierno con el escándalo de muchos, el reconocimiento a la China de Mao y la aprobación del divorcio. Sin embargo, fue la ultraizquierda la que acabó con la vida de Moro, asesinado por las Brigadas Rojas en 1978. En el liderazgo democristiano, a Moro le sustituyó Giulio Andreotti, que fue incapaz de mantener ningún tipo de pacto y los gabinetes caían uno tras otro. La estabilidad volvió en 1983 de la mano del líder del Partido Socialista de Italia, Bettino Craxi, que se convirtió así en el primer jefe de gobierno italiano que no pertenecía a la Democracia Cristiana desde antes de Mussolini. La colaboración de los socialistas con los democristianos duraría hasta 1987. La caída del comunismo mundial en 1989 significaría el fin del histórico Partido Comunista Italiano y la aparición de su “heredero político”, el Partido Demócrata Italiano, que abría el camino para Massimo d’ Alema. Por su parte, los neofascistas del Movimiento Social Italiano también iniciaban su propia moderación pasando a ser la Alianza Nacional de Giafranco Fini. Entre finales de la década de 1980 y principios de la de 1990, estallaron multitud de escándalos de corrupción que afectaron a destacados dirigentes políticos, en especial al ex primer ministro Bettino Craxi, que huiría de Italia para no ser encarcelado y moriría en un exilio lamentable en Túnez. El Partido Socialista de Italia procedería a la disolución ante el escándalo. El también ex primer ministro Giulio Andreotti fue procesado al probarse su vinculación con la Mafia y ser acusado directamente de haber ordenado el asesinato de un periodista. En 1994 irrumpió el magnate Silvio Berlusconi que aunó una gran coalición de partidos derechistas tras un proceso de renovación política -“manos limpias”- que proclamó la II República, asegurando un cambio total. Pero, en la práctica, la inestabilidad continuó y el divorcio de Berlusconi con los extremistas le llevó a dimitir tras menos de un año en el poder. En 1996, la izquierda retomó el poder de la mano de Romano Prodi y su nueva formación El Olivo, con socialistas y neocomunistas, pero como les pasara a los democristianos, las divergencias internas eran múltiples y Prodi dimitió a los dos años en su pugna con el grupo de Massimo d’Alema, que le sucedió como primer ministro pero no con mejor suerte, como tampoco la tuvo Amato. Tras nuevas elecciones, en 2001 Silvio Berlusconi volvió al poder, con una nueva coalición estable Forza Italia con la que pretendía, según admitió, emular al Partido Popular del español José María Aznar. Berlusconi logró un hito al ser el primer gobierno que aguantaba una legislatura completa. Aunque tuvo más estabilidad, estuvo empañada por acusaciones de corrupción y por colaboradores de Berlusconi condenados por la Justicia. En las elecciones de 2005 Berlusconi fue derrotado por Prodi, quien recuperaba así el poder tras su etapa al frente de la Comisión Europea. Prodi tiene ante sí el reto de superar la estabilidad de la legislatura de Berlusconi con menos escándalos populistas. Sin embargo, esta primera dimisión no parece un buen indicio.

Fotografía de J. F. Lamata Molina