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ANÁLISIS DE ESPAÑA

Libertad para De Juana Chaos

Fotografía

Por Alejandro RequeijoTiempo de lectura3 min
España28-01-2007

La libertad es la facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, es decir, la facultad que tiene de ser responsable de sus actos. La condición de quien no es esclavo, el estado de quien no está preso. José Ignacio de Juana Chaos cumplió casi 20 años de condena en la cárcel por matar a 25 personas. Ahora, el que fuera uno de los miembros más sanguinarios de ETA, continúa preso por frases como “en la cárcel sus lloros son nuestras sonrisas” o “me encanta ver sus caras desencajadas en los funerales”. No obstante, esto demuestra que los barrotes que separan a De Juan de la libertad no son los de su celda, sino otros mucho más gruesos y resistentes. De Juana Chaos vive preso de una enfermedad disfrazada de ideología. Una patología adquirida voluntariamente como el drogadicto que empieza a coquetear con la droga en un entorno que le lleva inevitablemente a ello. Una locura alimentada día a día en la escuela, en casa, en el bar con los amigos, en los medios de comunicación. Es por esto por lo que la responsabilidad de quienes estamos a este lado de las balas es luchar por su libertad. Pero no esa que se consigue con acuerdos políticos. Mucho menos la que resulta de las bombas. Una libertad de conciencia, pura y plena basada en la verdad. No sólo de acción sino, y sobre todo, de pensamiento. La Audiencia ha hecho bien al mantenerle dentro de la cárcel, pues su actitud no era la de una persona rehabilitada. No obstante, el suspiro de alivio que provoca esta decisión debería dejar paso rápidamente a un compromiso real de que su encarcelamiento tenga sentido. La ratificación se su condena, lejos de ser el final de la batalla, no es más que el principio de un camino en el que el revanchismo no sirve de nada. Es tarea de todos demostrarle que, en esta mal llamada guerra, sólo hay unos que matan y otros que mueren. Nunca desde el odio. Y queda mucho trabajo por hacer. Empezando por alimentarle, hasta lograr que las cárceles sean verdaderos centros de rehabilitación y no inútiles instituciones de castigo. La situación de De Juana debería invitar a una profunda reflexión de todos los demócratas. Su puesta en libertad sería una victoria para los asesinos. Pero lo sería mucho más su muerte. Primero porque la locura del terrorismo, esa que le ha llevado a la huelga de hambre, se habría cobrado una vida más. Pero también su caso sería utilizado para seguir engordando la mentira de unos asesinos que se acuerdan de sus presos cuando les conviene. En el comunicado de su último alto el fuego, por ejemplo, este colectivo no figuraba en ninguna de las exigencias eclipsados por el Derecho de Autodeterminación, Navarra, Mesa de partidos... Su muerte sería manipulada por los mismos asesinos que mataron a Yoyes, la primera mujer que ocupó puestos de responsabilidad dentro de ETA, como en su día hizo De Juana. Dolores González se exilió a México y volvió con una carrera universitaria, después de haber trabajado en la ONU y con un hijo, intentó rehacer su vida en la tierra que amaba, como De Juana. Pero los asesinos no la dejaron. Eran conscientes de la amenaza que suponía para la supervivencia de su mentira. Al menos, Yoyes supo lo que era la libertad antes de que se la quitasen por segunda vez. Su caso debería servir como ejemplo de que esta batalla es posible. Todavía hoy hay muchos futuros De Juana Chaos en las ikastolas, en la calle, escondidos en algún lugar de Francia, Navarra o el País Vasco. Jóvenes a punto de caer del todo en la sinrazón terrorista y que algún día estarán dispuestos a matar. Precisamente por ellos, por él, por todos nosotros, salvemos a De Juana.

Fotografía de Alejandro Requeijo

Alejandro Requeijo

Licenciado en Periodismo

Escribo en LaSemana.es desde 2003

Redactor de El Español

Especialista en Seguridad y Terrorismo

He trabajado en Europa Press, EFE y Somos Radio