ANÁLISIS DE ECONOMÍA
Davos en el día a día
Por Gema Diego1 min
Economía28-01-2007
Quizás sean la nieve y la sensación de aislamiento las culpables de que a más de uno le entre el remordimiento de la culpabilidad –valga la redundancia- y termine discutiendo en Davos de las cuestiones económicas más esenciales de las próximas décadas. Aunque luego, en casa, y en el devenir diario, se olviden las declaraciones de intenciones. Todos están de acuerdo en las ventajas de la liberalización de mercados. ¡Qué bien suena cuando sólo es un vocablo etéreo! En cambio, más tarde hay quien prefiere cerrar los ojos ante algunos detalles de su materialización y retocar los precios fijados por las empresas que no gustan. O salirse de la partida cuando su desarrollo no favorece la victoria propia. Porque liberalizar mercados implica, en muchos casos, ceder y dejarse ganar por los productos de esos países en vías de desarrollo a los que se quiere ayudar; o por las ofertas de las compañías gigantes del estado vecino contra las que es casi imposible competir. La liberalización mata cualquier chiringuito que no esté bien amarrado y hasta puede acabar con unas alentadoras cifras del paro. Y, por supuesto, abrir mercados, especialmente en lo que respecta a los productos agrícolas y ganaderos, supone cercenar la cabeza de un sector primario que aún no está preparado para reinventarse. Así que es posible que, cuando ya no haya nieve ni desconexión del mundo real, la defensa del bienestar patrio vuelva a calar para que se soslayen de nuevo los compromisos con los países pobres.