SIN ESPINAS
Integrismo laicista
Por Javier de la Rosa
2 min
Opinión21-01-2007
Hace pocos días leí un artículo de monseñor Juan del Río Martín, obispo de Asidonia-Jerez, en el que relataba algunos de los nuevos pasos de la Cruzada laicista en España. El prelado aseguraba que “abundan los «profetas de calamidades» que, bajo un barniz de intelectualidad, citan estudios sociológicos, espléndidamente subvencionados y fuertemente manipulados, para poner en evidencia lo mal que les va a los católicos en la modernidad”. Unos estudios que precisamente vienen a hacer y a publicitar desde fuera quienes quieren ver sucumbir a la Iglesia. Resulta, además, que nadie se molesta en perder el tiempo examinando la evolución o involución de otras religiones. Aparte de la publicidad que se le da a estos estudios, aireados a bombo y platillo en los medios de comunicación, los resultados ofrecidos son puramente cuantitativos, como si la pureza de la fe de los cristianos dependiera del número de fieles. Son los problemas de mirar la realidad con criterios puramente políticos o considerar a la mayoría como criterio de verdad. Destacaba también monseñor Del Río que “raro es el informativo de cualquier medio que abre su primera página con una noticia positiva de la Iglesia o de los católicos, que hay muchas y muy buenas. Lo corriente es poner el énfasis en las escandalosas o en la ridiculización de determinados mensajes y personas”. Los efectos de esta injusta y miserable desinformación no sólo oculta la verdad de la ingente y maravillosa labor social de la Iglesia en España y en el mundo sino que, en ocasiones, ha llevado a la ciudadanía a esteriotipar al clero de manera abominable. Desequilibrios que han llevado a pensar a mucho ignorante manipulado que un cura, por el hecho de serlo, es sospechoso de pederastia. Esta llamada de atención y de alerta que reproduzco hoy termina alentando a los cristianos a “recobrar la confianza en la capacidad de la fe para incidir positivamente en la configuración de una nueva cultura”. Concluye monseñor del Río Martín que “debemos aprender a no tener miedo, recuperando un espíritu de esperanza y confianza en el Señor que va por delante de nosotros y nos dice: ¡Ánimo, que yo estaré con vosotros hasta el final de los siglos!”.
