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ROJO SOBRE GRIS

Renovar el amor primero

Fotografía

Por Amalia CasadoTiempo de lectura2 min
Opinión07-01-2007

Debe de ser que hay un momento en la vida en el que uno empieza a ser consciente del tiempo, y deja de darse cuenta de que pasa para caer en la cuenta de que ha pasado. Lo importante del camino es el camino, y no sólo la meta; lo dicen muchos, quizá todos, y no sabemos cuándo daremos el último paso. Eso le da mucha emoción a la vida, porque no deja de ser una invitación a que cada momento puede vivirse con la misma pasión que el primero, además de con la experiencia y riqueza del trecho recorrido. Aún así, la meta y el fin son esenciales. Son verdaderamente la fuerza, la motivación y el impulso por el cuál vivimos. La vida, que es maravillosa, misteriosamente tiene una cara oculta de dolor, y uno lo descubre en la experiencia: no hay amor sin sufrimiento. La vida también pesa. Y cuando los motivos, la meta, o los fines no son suficientemente grandes, fallan en los momentos difíciles. Por eso hay veces en que nos querríamos morir. Tiempo. Hay un santo que a los quince años ya se preguntaba si había algo por lo que mereciera la pena vivir y hasta morir. Cuando lo descubrió, el tiempo se convirtió en algo valiosísimo, porque se sintió responsable de aprovechar cada instante para dar a conocer a los demás esa respuesta a tamaña pregunta. Cada instante es todo. Mi padre siempre nos despide con una frase cuando cogemos el autobús. Creo que podría contar la historia de nuestra vida a través de lo que nos ha ido diciendo en el andén de una estación, año tras año desde hace trece. Luego, nos fijamos en mi madre para ver cómo se hace eso, con lo cuál, son la pareja perfecta y los padres perfectos. En esta ocasión, casualmente, ha sido también sobre el tiempo: “A partir de ahora, pasa volando. Aprovechadlo”. ¡Y qué importa el tiempo! Aprovecharlo ¿para qué? Sólo se pierde si hay algo a lo que no estemos dedicando el tiempo merecido. Y si ese algo no existe, o no es suficientemente grande, o no puede dar respuesta a todas las preguntas importantes de la vida, nos querremos morir en un momento o en otro, y no habrá manera de salir de ahí. Tiempo y algo. Y también, alegría. Porque vivir sin alegría es como estar muriéndose. La Agenda de la Solidaridad 2007 de la Fundación IUVE dedica el mes de enero al valor de la Responsabilidad. Para esta semana nos proponía preguntarnos qué hacemos aquí, en el mundo, cada uno en su vida, en su momento vital. Rojo sobre gris a quienes me recuerdan qué hago aquí, porque recordar significa “volver a pasar por el corazón”, es decir: renovar el amor primero por la vida, y la ilusión de gastarla en algo que tenga sentido.

Fotografía de Amalia Casado

Amalia Casado

Licenciada en CC. Políticas y Periodismo

Máster en Filosofía y Humanidades

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