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ANÁLISIS DE ESPAÑA

Aviso para navegantes (II)

Fotografía

Por Alejandro Requeijo Tiempo de lectura3 min
España24-12-2006

Hace ya algunos años que los habituales discursos navideños del Rey vienen recuperando la relevancia de la que gozaban en tiempos de la Transición. Las palabras de Don Juan Carlos han dejado de ser esa voz que sonaba de fondo mientras la familia terminaba de colocar los aperitivos en la mesa de Nochebuena. Ahora, cada vez son más los que escuchan con atención sus reflexiones y su balance del año. Y no es que las palabras del monarca hayan variado en exceso de un tiempo a esta parte. Los discursos navideños siguen siendo un corta y pega de años anteriores, si acaso con alguna modificación o cambio de orden en función de lo sucedido. Y es que son precisamente los acontecimientos los que otorgan a las palabras del Rey una actualidad y una importancia especial. La razón fundamental es que los temas a debate de los últimos tiempos afectan directamente a todo lo que la Corona representa: La unidad nacional, el concepto de España, el consenso de la Transición, la familia tradicional… En esta ocasión, el Rey ha entrado de lleno –como no podía ser menos- en la negociación con ETA. Tanto por lo que ha callado, como por lo que ha dicho: En el discurso del año pasado, cuando el Gobierno ya había mostrado claras intenciones de intentar el diálogo con los terroristas, el monarca lanzó su primer aviso para navegantes. “Sus instigadores, encubridores y autores materiales no han cejado en sus objetivos, amenazas y extorsiones”. De este modo, Don Juan Carlos recordaba a Zapatero que antes de sentarse a negociar eran necesarios una serie de requisitos. Sin embargo, en su último discurso navideño el Rey obvió esta reivindicación y eso que ETA, cejar (sinónimo de ceder, flaquear, aflojar, recular, o retroceder) lo que se dice cejar… Pero aún habiendo aceptado la situación y pese a las limitaciones que su carácter conciliador obliga, la Corona ha demostrado que no está dispuesta a pagar cualquier precio por la paz. En ese sentido, ha marcado lo que a su entender deben ser los límites del proceso. El primero es el respeto a la ley. Petición en ningún caso baladí teniendo en cuenta los esperpentos que han generado las constantes contradicciones y diferencias de criterio dentro de la Justicia. El segundo punto ha sido el respeto a las reglas del Estado de Derecho. Esta petición por evidente no deja de ser conflictiva. El actual marco legal impide la presencia de Batasuna en las próximas elecciones. Y en tercer lugar el Rey solicitó el respeto a las víctimas del terrorismo, un colectivo que ya ha exigido en diversas ocasiones una variación de la política antiterrorista del Ejecutivo. A pesar de todo, de momento, Zapatero no tendría por qué darse por aludido. Al fin y al cabo, siempre podrá alegar que las detenciones no han cesado y que precisamente la reivindicación principal del entorno etarra es que se ponga fin el acoso policial y judicial. Además todavía no ha hecho ningún gesto para que Batasuna se presente a los comicios más allá de exigirle que condene la violencia. Por todo ello, de momento, tampoco ha hecho nada que justifique las quejas de las víctimas (otra cosa son los recelos que genere su ambigüedad). No obstante, Zapatero deberá tomar nota de este nuevo aviso para navegantes. En caso de sobrepasarlo, el presidente sabrá que tampoco tiene el apoyo de la máxima institución del Estado. Lo que hace falta es que de ser así, el Rey, en vez de callar, no dude en recordárselo. De lo contrario, Don Juan Carlos empezará a pintar en todo esto lo mismo que en su última felicitación de Navidad.

Fotografía de Alejandro Requeijo