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SIN CONCESIONES

El deber ético de Zapatero

Fotografía

Por Pablo A. IglesiasTiempo de lectura3 min
Opinión26-11-2006

La política es sin duda la profesión con menos ética. Generalmente, los principios morales brillan por su ausencia en la toma de decisiones. Recuerdo que en la universidad teníamos como profesor de Ética Periodística al diputado del Partido Popular Manuel Milián. Era capaz de mantener en una misma clase una cosa y la contraria sin importarle la incoherencia, la inconsistencia o la barbaridad de sus planteamientos. Lo peor de todo es que, como buen político, tenía la capacidad de convencer a la mayoría de la clase con sofismas y argumentos contrarios. Cierto día, tras un atentado de ETA en Madrid que mató a un conductor de autobús, llegó a clase diciendo que había que enviar al Ejército al País Vasco para acabar con el terrorismo mediante la fuerza. Semanas después, cuando ETA asesinó a bocajarro en Barcelona a su amigo socialista Ernest Lluch, abogaba por el diálogo con los criminales para poner fin a tanto sufrimiento. A José Luis Rodríguez Zapatero le ocurre algo parecido. Hace tres años defendía desde la oposición el Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo como el mejor instrumento para acabar con ETA. En cambio, desde el poder que le otorga La Moncloa, ahora apuesta por la negociación política con los asesinos como la vía para evitar más muertes. Zapatero ha cambiado de chaqueta, de tesis y de argumentos sin remordimiento alguno. Su actitud es la demostración visible de la completa ausencia de principios morales en muchos políticos. La ética no existe para ellos porque, por encima del individuo, priman la sociedad y el bien común. Así es supuestamente como Zapatero llega a la conclusión de que la negociación con ETA constituye un "deber ético" como presidente del Gobierno para evitar más atentados terroristas y más muertes inocentes. Eso es lo que hubiera hecho mi profesor Manuel Milián el día antes del asesinato de Ernest Lluch para evitar que los terroristas matasen a su amigo. Es lo que, egoistamente, haríamos cualquiera de nosotros de saber que ETA piensa matar al mes siguiente a uno de nuestros seres queridos. Sin embargo, un presidente del Gobierno debe estar por encima de particularidades y pensar en el bien común de todos los ciudadanos. Un acuerdo con ETA para que deje de matar evitaría nuevas muertes pero inmediatamente subordinaría al conjunto de la sociedad al chantaje permanente de una banda dispuesta a asesinar cuando no perciba lo que quiere. Por eso, el Estado jamás debe negociar con terroristas ni atender sus reivindicaciones. El problema de Zapatero no es sólo moral porque sus razonamientos éticos se caen por su propio peso: presume de pensar en el bien común de todos los españoles pero en realidad discurre desde una posición individual. Zapatero trata de salvar más vidas mediante el diálogo sin pensar en las condiciones de un posible acuerdo con ETA y sin tener en cuenta a los más de 800 asesinados por la banda. Cuando la extorsión, el terrorismo urbano y el robo de armas en Francia le han dejado sin argumentos, recurre a la ética para convencernos de que la negociación con ETA debe seguir adelante. Zapatero confunde la velocidad con el tocino y la ética con intereses personales. Quien defiende el diálogo con terroristas no tiene derecho a dar lecciones morales ni mucho menos a plantear una negociación política con ETA como un "deber ético".

Fotografía de Pablo A. Iglesias

Pablo A. Iglesias

Fundador de LaSemana.es

Doctor en Periodismo

Director de Información y Contenidos en Servimedia

Profesor de Redacción Periodística de la UFV

Colaborador de Cadena Cope en La Tarde con Ángel Expósito