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ANÁLISIS DE DEPORTES

De la Rosa tenía las de perder

Fotografía

Por Roberto J. MadrigalTiempo de lectura2 min
Deportes26-11-2006

La apuesta por la veteranía o la juventud, por lo malo conocido o lo bueno por conocer, se ha decantado por los criterios más lógicos. Cierto es que, en todo caso, McLaren hubiera tomado una decisión correcta. En las carreras que ha disputado esta temporada, Pedro de la Rosa ha demostrado ser tan buen piloto como el colombiano Juan Pablo Montoya. Pero el barcelonés también ha cometido errores y, mal que pese, no tiene tal vez la magia de los elegidos, de los que son capaces de conseguir resultados por encima de las limitaciones que, de cuando en cuando, impone un coche poco competitivo. Como la que sí tuvo, a pesar de que su temporada en GP2 fue incluso más irregular, un Lewis Hamilton que dejó actuaciones deslumbrantes. El mayor reconocimiento al trabajo de De la Rosa, un tipo con los pies en el suelo, pese a todo, ha sido la duda en tomar la decisión final. Pero las circunstancias hacían que la apuesta de Ron Dennis tuviera que ser arriesgada: después de siete años sin lograr un título –y los dos del finlandés Mika Hakkinen, en 1998 y 1999, fueron un hito relativamente aislado, nada que ver con el dominio abrumador de Alain Prost y Ayrton Senna a finales de los 80– el equipo angloalemán, por primera vez en más de diez años, cerró la temporada sin una sola victoria. Una circunstancia inadmisible para uno de los equipos con mayor presupuesto, y que podría poner en riesgo, incluso, la sociedad que Mercedes-Benz mantiene con McLaren. La paciencia de los alemanes tiene un límite. Y el mejor ejemplo es BMW, un competidor directo: si el constructor bávaro dio un paso al frente después de ver cómo su inversión como socio de Williams se quedaba sin retorno, año tras año, y su apuesta tras comprar el equipo Sauber se puede definir como prometedora, el camino está abierto para que una de las escuderías del paddock, no necesariamente McLaren, deje su sitio a un equipo en el que Mercedes asuma no sólo el desarrollo del motor, sino también del chasis. Porque las flechas de plata, aunque también su motor, han demostrado en los últimos años que pueden ser competitivas, pero también que son demasiado frágiles. Un defecto vital, porque la fiabilidad se ha convertido en decisiva para ganar carreras. Un aspecto, cuidar el monoplaza a pesar de sacarle el máximo rendimiento, el en el que Fernando Alonso es un verdadero maestro. Pero el futuro, tal vez como para ningún otro piloto, es para Hamilton, al que le espera una difícil temporada de aprendizaje al lado del bicampeón español.

Fotografía de Roberto J. Madrigal