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SIN CONCESIONES

El más listo de la clase

Fotografía

Por Pablo A. IglesiasTiempo de lectura4 min
Opinión01-10-2006

Cada viaje de Aznar al extranjero suele convertirse en una esperpéntica clase de Relaciones Internacionales en la que el ex presidente del Gobierno cree iluminar al resto del mundo con su sabiduría, experiencia y discernimiento. Aznar no sólo se atreve a decir al resto de Europa lo que tiene que hacer sino que incluso osa indicar a otras civilizaciones y culturas los pasos que deben seguir. La arrogancia y la osadía de Aznar llega a tal punto que es capaz de sugerir que los musulmanes deberían pedir perdón por la ocupación de España durante casi ocho siglos. Semejantes barbaridades ayudan a comprender que la política exterior de Aznar constituyese el inicio de su declive político. La humildad que había demostrado a la hora de afrontar los problemas económicos y sociales de España desapareció al verse rodeado de líderes mundiales como Bush, Putin, Blair y Berlusconi. La soberbia afloró por completo el día que, invitado por Bush al G-8, apoyó los pies sobre la mesa de salón junto al mandatario estadounidense. Aquello ocurrió seis años después de asumir el poder y dos antes de perderlo. Parece habitual en España que los ex inquilinos de La Moncloa impartan enseñanzas de política exterior allá por donde van. Ahí están los ejemplos de José María Aznar y Felipe González. Lo que no es tan frecuente es que un presidente del Gobierno en ejercicio se atreva a indicar a sus homólogos lo que deben hacer. Más que una muestra de carisma y liderazgo, semejante actitud pone de manifiesto una falta de diplomacia y una imprudencia temeraria. Pues bien, así es la política exterior de Zapatero. En este caso, no es sólo soberbia sino ignorancia. Retirar las tropas de Iraq era una acción lógica y previsible en su mandato, aunque le costase la enemistad con George W. Bush. Lo que careció de toda inteligencia fue aprovechar una visita oficial a Túnez en septiembre de 2004 para lanzar una invitación al resto de los países a que siguiesen su ejemplo. Tampoco estuvo acertado cuando, semanas después, manifestó públicamente su deseo de que John Kerry ganase las elecciones presidenciales en Estados Unidos. Aquello acabó definitivamente con cualquier posibilidad de reconciliarse con Bush, que desde entonces no responde a sus llamadas telefónicas. Algo similar ocurrió cuando llamó "perdedora" a Ángela Merkel por empatar las elecciones ante Gerhard Schröder. Horas después, el socialista admitió su derrota y la rubia alemana se convirtió en canciller de Alemania para dolor de cabeza de Zapatero. Este verano las lecciones de Zapatero fueron dirigidas a Israel cuando aseguró en un mitin que se equivocaba con su ataque a Líbano porque sólo provocaría “una intensificación de la violencia”. Por si era poco, se puso un pañuelo palestino sobre los hombros que generó protestas judias y una queja formal de la embajada. Su más reciente metedura de pata -que seguro no será la última- ha ofendido a Nicolás Sarkozy, ministro del Interior de Francia y principal favorito para sustituir a Chirac al frente de la República en los comicios de 2007. Dos días antes de que Sarkozy visitara España, Zapatero aseguró que "no le valen las lecciones" en materia de inmigración del dirigente francés después de los disturbios callejeros que hace un año sufrió París. Más elegante, el francés respondió: "No me gusta dar lecciones ni que me las den". Más que consejos, a Zapatero le encanta impartir clases de política internacional al resto de sus colegas. Desde el principio despreció la alianza diplomática con Estados Unidos porque quería "volver a Europa". Sin embargo, en dos años no sólo se ha enemistado con Bush sino también con dos potencias europeas como Alemania y Francia. Mientras tanto, el ministro Miguel Ángel Moratinos centra sus esfuerzos en impulsar las relaciones con... Cuba, Irán, Venezuela, Marruecos y Bolivia. La única contribución del presidente español ha sido la Alianza de Civilizaciones, una original idea de bonito nombre pero escaso contenido que ha recabado el apoyo de... ¡¿Turquía?! En apenas dos años se ha quedado solo, como suelen demostrar las fotos con mandatarios internacionales. Ahí reparte al aire sonrisas y manos pero no intercambia palabra con sus colegas porque, entre otras cosas, ni habla inglés ni francés. Si la soberbia de Aznar forjó su amistad con Bush, en el caso de Zapatero sus constantes imprudencias y ridículos internacionales han acabado por dejarle aislado. El que se comportaba como el más listo de la clase ha acabado sentado en la última fila junto a dictadores como Fidel Castro, folloneros como Hugo Chávez, demagogos como Evo Morales y violentos como Mahmud Ahmadineyad. Lo peor de todo no es que Zapatero sea el hazmerreir de Europa, sino que por culpa suya también lo somos el resto de los españoles. En sólo dos años, este presidente del Gobierno merece un contundente suspenso.

Fotografía de Pablo A. Iglesias

Pablo A. Iglesias

Fundador de LaSemana.es

Doctor en Periodismo

Director de Información y Contenidos en Servimedia

Profesor de Redacción Periodística de la UFV

Colaborador de Cadena Cope en La Tarde con Ángel Expósito