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SIN ESPINAS

Raíz humana

Fotografía

Por Javier de la RosaTiempo de lectura2 min
Opinión23-07-2006

Aseguran algunos amantes del judaísmo que la ley del talión fue un adelanto para la humanidad. Vamos, que el ojo por ojo hacía más justicia que la antigua reacción desproporcionada de la venganza ciega, henchida del rencor y el odio más profundo. Cierto que parece mejor que si te matan a un hijo, le mates tú otro al que te lo asesinó. Sobre todo si la otra opción es resarcir la muerte de tu vástago con la aniquilación de toda la familia de su asesino. No obstante, ambas reacciones, incluso en la cultura más incivilizada se presentan horrendas pensadas fríamente y desde la distancia. Jesús vino a superar todo eso cuando le ordenó a Pedro que envainara su espada, “porque quien a hierro mata, a hierro muere” Mt, 26, 52. Esta manera que tiene Cristo de condenar la violencia y de asegurar, precisamente en el momento de su prendimiento, que el violento será víctima de sus propias acciones, nos da una medida clara de la fuerza del Amor como único medio para conseguir la Paz. Precisamente, a aquellos a los que se les llena la boca al hablar de la consecución de este bien preciado, en teoría y sobre todo en la práctica estas palabras bien asumidas les resultarán escandalosas. Hoy día vuelve a acontecer con intensidad en Oriente Próximo un conflicto que lleva azotando a sus gentes desde hace ya más de medio siglo. La venganza desmesurada de los que han apostado por la violencia en vez de destinar sus esfuerzos a la búsqueda de la verdadera paz, es obra de un pueblo bárbaro que ha perdido la fe y la cabeza. Que nadie se confunda. Detrás de las acciones israelíes hay judíos sólo de raza, pero no creyentes ni hijos de Abrahan. Detrás de la barbarie, están unos ateos enfermos de nacionalismo ultraderechista que han confundido a gran parte de un pueblo fustigado por un misterioso devenir histórico del que ellos puedan tener alguna responsabilidad. Pero que los sionistas no les enreden como han hecho con el pueblo israelí. Un judío de fe, en rigor, no puede apoyar las acciones de su gobierno. Por lo tanto, pedir que los que están ejecutando las masacres del Líbano deberían ser juzgados por genocidas, no es una muestra de antisemitismo. Son la política y los intereses de un grupo de hombres que se disputan un poder, los que nuevamente aprovechan las convicciones más profundas y sagradas de las personas para justificar sus acciones y aglutinar las voluntades que se las “legitimen”. Pero ni un Imán, ni un Rabino, ni un Sacerdote Católico sentados a una mesa dirán nunca que su fe les manda hacer lo que están haciendo unos integristas con raíz humana y relación judía y musulmana. Sencillamente porque a los 3 primeros, la fidelidad a su fe les pide Amor y no violencia.

Fotografía de Javier de la Rosa