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ANÁLISIS DE ESPAÑA

El auténtico terror de ETA

Fotografía

Por Alejandro RequeijoTiempo de lectura3 min
España25-06-2006

Ha pasado mucho tiempo de aquel inolvidable sábado 12 de julio. Miles y miles de vascos, madrileños, andaluces, catalanes, demócratas y solidarios todos, salieron a la calle para mostrar sus armas frente al terrorismo: Miles y miles de manos blancas limpias de sangre y de odio se alzaron al grito de ¡Vascos sí, ETA no!. Mucho tiempo ha pasado de aquella respuesta ciudadana que se denominó como el espíritu de Ermua. Casi nueve años de aquel ¡basta ya! contra la locura y la infamia. Nunca pasará suficiente tiempo para olvidar. Ahora ese recuerdo se dio cita de nuevo en la Audiencia Nacional para clamar justicia. Para cobrar del Estado de Derecho los restos de una deuda impagable. El fruto de una barbarie que un domingo cualquiera decidió cebarse con la familia Blanco. En esa sala, dentro de su burbuja de cristal, dos personas humanas. Culpables e inocentes a la vez. Responsables de un cobarde asesinato pero víctimas al mismo tiempo de una locura muchas veces involuntaria. Resultado de una tergiversación intencionada de la historia. Txapote y Amaia, como tantos otros son victimas de una demencia que no se elige. Se hereda, se come y se bebe todos los días en la mesa del comedor, se aprende en una ikastola, se escucha en una taberna, se siente en la calle. Así sucesivamente de generación en generación desde hace ya varias décadas. Pasaran miles de celdas de cristal, miles de insultos, miles de fiscales acertados, y la mirada de Txapote seguirá desafiante, fría, criminal. Pasarán miles de llantos, de sentencias, de operaciones y la sonrisa de Amaia seguirá blanca, seductora y orgullosa. Ese es el auténtico terror de ETA. Esos ojos indiferentes ante el dolor de los demás, ese desprecio absoluto por las víctimas, la falta de arrepentimiento, su sensación de orgullo como gudaris de la libertad, como héroes de una patria inventada y defendida por los verdaderos culpables. He ahí el verdadero terror del pueblo vasco. Más allá del tiro en la nuca o el coche bomba. Es cierto que son muchos los que han tenido que ir, como la familia Blanco, a cobrar su deuda con la Justicia. Otros muchos aún esperan su turno. En total, cerca de mil muertos por atentado a lo largo de 40 años de dictadura terrorista pero, ¿Cuantos viven hoy bajo la amenazante mirada de su vecino?, ¿Cuántos tuvieron que bajar ayer igual que hoy la mirada?, ¿Cuantos apestados? ¿Cuantos exiliados?. Sólo ayer, ¿Cuantas como Pilar Elias se cruzaron con el asesino de su marido, de su hermano de su padre?, ¿Cuantos Azkoitias, Renterias, Ermuas?, ¿Cuántos callan y sufren en silencio la presión de décadas de sinrazón?. Ese día a día es la verdadera realidad del terrorismo etarra. Y que nadie piense que se arregla con una operación policial, ni con dos, ni con tres. Tampoco con el anuncio de un alto el fuego permanente, ni siquiera con tres años sin muertos. Tendrán que pasar años de concienciación, de una nueva educación basada en el respeto, la unión de los demócratas y el ejemplo que como aquel sábado de julio dio la sociedad española. Nunca pasará suficiente tiempo para olvidar.

Fotografía de Alejandro Requeijo

Alejandro Requeijo

Licenciado en Periodismo

Escribo en LaSemana.es desde 2003

Redactor de El Español

Especialista en Seguridad y Terrorismo

He trabajado en Europa Press, EFE y Somos Radio