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IRAQ

El mito en torno al ¬monstruo¬

Por Miguel MartorellTiempo de lectura3 min
Internacional11-06-2006

La historia de Abu Musab al Zarqaui es una mezcla de leyenda y violenta realidad. En Jordania, este terrorista fue un héroe hasta losatentados de noviembre de 2005 en Amman por su defensa armada de los principios del Islam desde su juventud. En Iraq, las mayores atrocidades y los métodos más crueles llevaban su sello personal. Los F-16 estadounidenses pusieron punto final a la vida de uno de los más entregados yihadistas que ha conocido Oriente.

Ahmed Nazal al Jalaydeh nació hace 35 años en una casa de la calle Hamzan bin Abdul Mutalleh, en Zarqa (Jordania) y, según cuentan sus vecinos ahora, siempre fue un chico violento. Aunque seguir los pasos de su padre, un jeque con grandes influencias en la región, fue una de sus aspiraciones, la figura que más marcó su vida fue la de su madre, Umm Sayel, quien se encargó de que el muchacho tuviera una educación religiosa en la mezquita de Al Falah. Su carrera como yihadistv a empieza, como muchos otros, en Afganistán,a los 20 años. Su hermana había soñado con una brillante espada que caía en manos de Ahmed Nazal; en una de las caras del sable, estaba grabada la palabra Yihad, en la otra, un verso del Corán. Esta revelación empujó al joven musulmán a tierras afganas, donde, después de pasar por uno de los múltiples campos de entrenamiento que construyó Estados Unidos, luchó contra la invasión soviética. En aquella contienda conoció a un ideólogo salafista que influyó notablemente en su vida y con el que volvería a Jordania para acabar con la Monarquía, Abu Mohamed al Maqdasi. El Rey Adbalá II, coronado en 1999, debe respirar tranquilo ahora que Al Zarqaui ha muerto. La amnistía declarada por el monarca hachemí¬ en su entronación fue la que puso en la calle de nuevo al terrorista, después de haber sido encarcelado nada más poner un pie en Jordania junto a Al Maqdasi. La siguiente noticia que se tiene de él es de nuevo en Afganistán, cuando el país es invadido por Estados Unidos tras los ataques del 11 de septiembre de 2001. En Peshawar, un pueblo muy cercano a la frontera de Afganistán donde Al Qaeda tenía su centro neurálgico, Al Jalaydeh -que entonces ya había cambiado su nombre por el alias de guerra Abu Musab Al Zarqaui, en honor a su ciudad natal, Zarqa- conoció a Osama Bin Laden, con quien trabaría gran amistad e incluso ayudaría en la financiación de su grupo terrorista. En 2002 saltó hasta Iraq con una pierna menos, fruto de las heridas causadas por la guerra afgana. Allí, su grupo terrorista, Tauhid ual Jihad (Unidad y Guerra Santa) cobrará fuerza. Sin embargo, hasta el 5 de enero de 2003, Estados Unidos no sacó a colación su nombre. En esa fecha, ante Naciones Unidas, Colin Powell lo señalaría como una de las mayores amenazas terroristas después de Bin Laden y como enlace entre éste y Sadam Husein, informes luego desmentidos por la Comunidad Internacional y los propios Bin Laden y Husein. Con una cifra astronómica como precio a su cabeza (25 millones de dólares) Zarqaui comenzó una cadena de atentados contra EE.UU. en Iraq al frente de su grupo terrorista. Aunque desde 2003 se le conoció como el líder de Al Qaeda en el país, lo cierto es que hasta 2004 él no asume dicho título; cuando ese año Bin Laden lo reconoce como uno de sus más estrechos aliados, en octubre, Zarqaui cambia el nombre de su grupo terrorista por Al Qaeda Fi Bilad al Rafidain (Al Qaeda en la Tierra de los Dos Ríos). Pese a que en Jordania se le tuvo como un héroe en su lucha contra Estados Unidos, del que en ocasiones se hablaba como un mito inexistente, los sangrientos atentados en Amman en noviembre de 2005 cosecharon la enemistad de toda la población. Su sello personal, ya era entonces una tendencia cruel y violenta. Zarqaui generalizó en Iraq el uso del coche bomba como forma de atentado, secuestro y decapitó a sangre fría y con parsimonia a decenas de rehenes de Al Qaeda, entre ellos al estadounidense Nicholas Berg, cuyo asesinato se colgó en la red. EE.UU. lo relaciona con la insurgencia y la violencia sectaria que reina en Iraq, pero los expertos internacional niegan este extremo: la resistencia de la insurgencia en el país y su guerra civil interna entre chiíes y suníes, nada tienen que ver con las crueles técnicas del segundo terrorista más buscado del mundo.

Fotografía de Miguel Martorell