ROJO SOBRE GRIS
Grita ‘pau’, grita ‘vida’
Por Amalia Casado3 min
Opinión28-05-2006
Dice el presidente del Gobierno que “la gran poesía enseña que la generosidad justa es el rasgo más sólido de democracia madura, el cimiento más firme de la paz”. ¿Qué será la generosidad justa para el señor Zapatero? No lo sabemos, pero sonar, suena muy bien. Podemos sospechar, por los antecedentes del presidente, que la generosidad justa no será ni generosidad ni justicia, de la misma manera que no le importa llamar nación a cualquier cosa, o simio al hombre. Tampoco sabemos qué puede entender el señor Zapatero por paz. Para el presidente, paz puede ser rajar con un hacha oxidada la historia de España por la cicatriz de la Guerra Civil, pero también puede ser intentar callar la boca a las víctimas del terrorismo hablando de la memoria de sus muertos en el preámbulo de la Constitución, que para Zapatero parece ser como escribirlo en el papel higiénico de un bar de carretera en la tierra de Pau Casals, por poner un ejemplo. Ése sí que era un músico, un poeta y un artista. Pau Casals. Seguramente también le guste mucho al presidente, porque era catalán, se exilió durante el régimen de Franco, porque durante 30 años se negó a tocar el violonchelo en aquellos países que apoyaban al mismo, porque compuso el himno de las Naciones Unidas y porque siempre le preocuparon cuestiones como la paz, el hombre y la desaparición de las fronteras. Seguramente a Zapatero le guste contemplar la particular aportación por la paz del mundo que hizo en sus últimos días Pau Casals. El artista ofreció su obra El pesebre, para conmemorar el XVIII aniversario de la Fundación de la Naciones Unidas y el XV aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Sólo la interpretaba en países democráticos. El pesebre es un oratorio sinfónico-coral que compuso sobre una obra de su amigo el poeta Joan Alavera, a quien su nieto le había pedido un poema sobre el nacimiento de Jesús. La obra musical termina con un bonito juego de palabras: el último acorde es un grito que dice “Pau”, y además de ser el nombre del compositor, significa “paz”. Casals era un humanista. De él, el Abad del Monasterio de Montserrat, Sebastiá M. Bardolet, escribió que “con su violonchelo nos enseñó que el arte –cuando es genuino- y la honradez –cuando es auténtica- no tienen fronteras”. Por esa honradez y autenticidad, su compromiso con la paz nunca estuvo desligado de su compromiso con otros valores, especialmente, con el valor de la vida. “La vida es, -dijo- de entre todos los dones, el que más debemos estimar. Nuestro esfuerzo debería ser sólo uno: proteger la vida”. Es coherente deducir que el compromiso verdadero con un valor haya de serlo también con otros sin los cuáles no tendría sentido. Sí: las palabras tienen sentido, tienen importancia, las necesitamos ricas para que sean profundas, pero delimitadas para no prostituir la realidad a la que hacen referencia. Paz, vida, poesía: no las prostituya, por favor. Rojo sobre gris a quienes gritan Paz y Vida.
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Amalia Casado
Licenciada en CC. Políticas y Periodismo
Máster en Filosofía y Humanidades
Buscadora de #cosasbonitasquecambianelmundo