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SER UNIVERSITARIO

Contra los desmaravilladores

Fotografía

Por Álvaro AbellánTiempo de lectura3 min
Opinión28-05-2006

Las grietas importantes no son las que median entre sabios o ignorantes, creyentes o ateos, ricos o pobres, franceses o no franceses, inocentes o culpables, víctimas o verdugos, vírgenes o suicidas, marcianos o terrícolas. “Hay una sola grieta decididamente profunda”, dice Benedetti: “es la que separa a la maravilla del hombre de los desmaravilladores”. Quizá hay sólo estas dos formas de estar en el mundo. Con una peculiaridad: cada uno elegimos, aquí y ahora, en cada instante de nuestra vida, en qué lado ponemos el pie. Podemos situarnos de lado de los desmaravilladores, movidos por ideal del confort y el bienestar propios. Llenamos esa sala de estar bando cuando estamos de vuelta sin partir; cuando hablamos sin saber; cuando dictamos lo que ha de hacerse hundidos en nuestro sillón de orejas; cuando ya lo habíamos advertido, pero no hicimos nada por evitarlo; cuando culpamos al otro sin pruebas y nos justificamos a nosotros sin razón. Podemos, también, situarnos junto a la maravilla del hombre, movidos por el ideal de amor al prójimo y del bien común. Engrosamos este ejército cuando buscamos, incansables, vivir en la verdad; cuando amamos al otro sin descanso; cuando afrontamos los sacrificios que supone obrar como pensamos; cuando luchamos contra nuestra pereza y nuestros prejuicios y a favor de quien nos espera en cada rincón de nuestra vida. Cuando hacemos de nuestra vida una aventura, nos encontramos con la maravilla del hombre. Cuando blindamos nuestras casas con prejuicios y un sutil escepticismo, somos desmaravilladores. Amalia Casado y yo escribimos la pasada semana sobre las acusaciones vertidas contra el P. Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo. En seis días hemos recibido más correos-e de lectores que en los años que llevamos escribiendo en LaSemana.es. Contra lo que es habitual -suele mover más a la acción el desacuerdo-, han sido mensajes de enhorabuena y de felicitación. En uno de ellos se me corrigió cariñosamente por comparar al P. Marcial Maciel con otros fundadores de movimientos religiosos que fueron perseguidos en su momento: José de Calasanz, P. Pío, Teresa de Calcuta, Ignacio de Loyola, Francisco de Asís, etc. No pretendía yo elevar al P. Maciel a los altares, pero sí subrayar dos cosas: cómo no es novedad que sobre la maravilla de un hombre se cierna la sombra de los desmaravilladores; y cómo a la sombra de los desmaravilladores crece y madura la maravilla del hombre. La obra del P. Maciel y de los Legionarios de Cristo en su corta historia es reseñable; y una prueba de esto. Los correos-e de esta semana, otra. Las personas que se han acercado estos días a conocer la obra de los Legionarios, otra. La alegría y entereza con que los Legionarios y el Regnum Christi han afrontado estos dolorosos momentos, otra. La renovación de su compromiso con su obra y con la Iglesia, otra. Son muchos en una semana los que han abandonado el confort de la sala de estar para sumarse al ejército de quienes aman al prójimo. Al menos por una semana, aquí y ahora, han elegido, venciendo perezas y prejuicios, dónde ponen el pie.

Fotografía de Álvaro Abellán

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Doctor en Humanidades y CC. Sociales

Profesor en la UFV

DialogicalCreativity

Plumilla, fotero, coach