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ROJO SOBRE GRIS

La mía

Fotografía

Por Amalia CasadoTiempo de lectura2 min
Opinión07-05-2006

La mía no es de frases ni de grandes recomendaciones; no es de las que te da charlas, ni de las que da consejos, ni de las que te dice lo que debes hacer. La mía simplemente es y está ahí, y yo la he visto toda la vida, aunque hasta que no fui mayor no la miré realmente. A la mía se la escucha con los ojos, porque hace más que habla, y por eso dice más. De la mía he aprendido que no hay motivos suficientes para invertir un segundo en un enfado, y que el más pequeño es suficiente para dar gracias por vivir. La mía es paciente, servicial; no tiene envidia. No quiere aparentar ni se hace la importante. No actúa con bajeza ni busca el propio interés. No se deja llevar por la ira, olvida las ofensas y perdona. Nunca se alegra por algo injusto y siempre le agrada la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera y todo lo soporta. Dice San Pablo que eso es el amor; y la mía es así. La mía es fiel, nunca se olvida de lo importante, sabe cuándo debe hacer un regalo y cuándo debe pedir perdón. Por ella sé que en lo pequeño está lo grande, que lo cotidiano es extraordinario, que en las apariencias me engaño y que perdonar es olvidar. La mía es en la salud y en la enfermedad, en las penas y alegrías, todos los días de su vida. Nunca dice que le duele, nunca dice estoy cansada, hasta aquí hemos llegado o ya no puedo más. Sus días no están hechos de horas ni de minutos sino de un chicle que se estira y nunca se rompe. Mi madre no concilia vida laboral y familiar. Mi madre no reivindica los derechos de la mujer. Mi madre no reparte tareas de la casa en porcentajes. Mi madre es como un servicio 24 horas que siempre está abierto para cualquiera de las dimensiones en las que es: mujer, madre, esposa y persona. Lo es todo y lo es siempre. Y le sobran las palabras, le sobran los ministerios y consejerías y concejalías y políticas. Para ella no soy un derecho: para ella soy un regalo y ella es para mí lo que yo quiero ser. Mi madre es santa. Y para mi madre siempre hay un rojo sobre gris. Te quiero, mamá.

Fotografía de Amalia Casado

Amalia Casado

Licenciada en CC. Políticas y Periodismo

Máster en Filosofía y Humanidades

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