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EL REDCUADRO

Los gloriabenditas

Fotografía

Por Antonio BurgosTiempo de lectura3 min
Opinión07-05-2006

Aprueban el nuevo Estatuto andaluz ante una indiferencia general (de división) completamente descriptible. Con fervor lepero: cero grados, ni frío ni calor. Y me acuerdo de la letra que la murga le puso de guasa al pasodoble «La Giralda», cuando se aprobaron las bases del Estatuto que nunca existió por culpa de la guerra (in)civil. Decía el popurrí, con música de «La Giralda»: Tuvo por cuna un testuz el Estatuto andaluz... No sé qué testuz ha acunado ahora al Estatuto del Poyaque. Poyaque lo tienen los catalanes, ¿por qué no lo vamos a tener nosotros? Poyaque ZP quiere que lo de nación se diluya y se confunda con el paisaje, convirtamos a Andalucía en una realidad nacional, para disimular. Nada menos real que Andalucía como realidad nacional. De momento los legisladores, los padres de la patria andaluza, son unos padres separados. Han exhumado las dos Españas, hurgando en las heridas de la memoria, y ya tenemos las dos Andalucías. No la Occidental y la Occiden...cual. No. La Andalucía que ha votado el Estatuto y la que el Estatuto se la remanfinfla, que diría Pacheco en Jerez. Ninguna de esas dos Andalucías tienen la mayoría. La mayoría la tienen los que, con voz acuñada por la gracia viñera de Manuel Picón, Juan Miguel Vega llama «los gloriabenditas». Los encantados de la vida. Los eternos otorgantes de mayorías. Y algunos no vemos por parte ninguna esa gloria bendita. Andalucía es una realidad nacional. Bueno, ¿y qué? ¿Qué más da? ¿Qué va a pasar cuando Europa cierre el grifo de las subvenciones? Más preocupada está la gente en Sevilla porque han convertido a la ciudad en una realidad sin árboles. Una realidad desforestada. ¿Saben ustedes por qué está así el desierto del Sahara? Pues porque una vez el alcalde de Sevilla quiso que pasara por allí el tranvía. El tranvía nunca pasó por el Sahara, pero el alcalde, de momento, lo dejó como la palma de la mano, sin un solo árbol. ¿O será que esto de cortar troncos del Alcalde Aizcolari es un homenaje a Otegui, pedazo de héroe del «proceso de paz»? Me inquieta que lo hagan todo sin anunciar, a espaldas de la gente y contra su voluntad. Lo del diálogo aquí no se estila. Aquí el talante es el tira palante. Sin apenas debate, sin que nadie se entere, nos hacen realidad nacional y sin anunciarlo cortan los árboles de media Sevilla. Si a un pastor de Sierra Nevada lo metieron en la cárcel por cortar una mata de manzanilla, ¿dónde hay que meter al que corta trescientos árboles? Dicen que los arboles estaban enfermos, Ah, ya. Como el Estatuto la reconoce, eutanasia también para los árboles. En Madrid, Gallardón iba a cortar algo así de árboles en el Paseo del Prado. Pero como allí las cosas se hacen anunciándolas antes, sacándolas a información pública, la baronesa Thyssen ha encabezado la protesta, y dice que como el yerno de Utrera Molina coja el hacha, se encadena a los árboles. Aquí como Tita Cervera no se encadene a las columnas de las Gradas de la Catedral, no sé dónde va a protestar... No quedan árboles ni para encadenarse la Tita Cervera ni latita de cerveza. Qué furor arboricida no tendrán, que hasta han comprado una máquina carísima para arrancar tocones de árboles talados. Quieren amortizarla como sea. ¿No podríamos los votantes comprarnos una máquina así, para arrancar tocones de alcaldes arboricidas y no dejar ni rastro de ellos? O pedir a los votantes lo que el alcalde a los taxistas: que se zafen de sus dirigentes, que son una minoría radicalizada. Aquí no hay forma de zafarse de una minoría radicalizada que nos lleva a la realidad nacional y a la ciudad sin árboles y sin transportes públicos. Estamos en manos de los gloriabenditas. Que no son los dirigentes, no. La cosa es peor: los gloriabenditas somos los votantes.

Fotografía de Antonio Burgos

Antonio Burgos

Columnista del diario ABC

Andaluz, sevillano y del Betis

** Este artículo está publicado en el periódico ABC y posteriormente recogido de AntonioBurgos.com por gentileza del autor