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SIN CONCESIONES

La verdad del 11-M

Fotografía

Por Pablo A. IglesiasTiempo de lectura3 min
Opinión16-04-2006

Por decir que no me gusta el nuevo Estatuto de Cataluña, me han insultado y linchado verbalmente con palabras malsonantes que sólo merecen ser olvidadas. Como sabiamente dice mi madre, "no hay mayor desprecio que no hacer aprecio". Hablé del estatuto después de haberme entretenido varios días leyendo algunos de sus disparates e insensateces. Más difícil ha resultado leer (aunque sea en diagonal) las 1.460 páginas sobre el 11-M que el juez de la Audiencia Nacional Juan del Olmo ha redactado durante dos años de larga e intensa investigación. El auto de procesamiento aporta verdades como puños y deja al aire las vergüenzas de Partido Popular y Partido Socialista. La investigación del magistrado demuestra que hubo imprevisión de los atentados, tanto policial como política. Las Fuerzas de Seguridad tenían controlados a los autores un mes antes de la masacre y, sin motivo alguno, dejaron de vigilarlos. Pero el Gobierno también se equivocó. Aznar tuvo encima de la mesa un informe de los servicios secretos que, varios meses antes, advertía de que uno de los terroristas podía estar planificando un asesinato masivo en alguna ciudad española. El entonces presidente sabía que su apoyo a la guerra de Iraq había puesto al país en el punto de mira de los islamistas. Sin embargo, apenas tomó precauciones u ordenó intensificar la lucha contra el terrorismo internacional. En este punto también tienen una importante parte de culpa el Partido Socialista e Izquierda Unida. Cuando el Gobierno de Aznar detuvo a los dirigentes de Al Qaeda en España, la oposición -ahora en el poder- ridiculizó aquellas detenciones y se mofó de que Bin Laden estuviera interesado en provocar un 11-S en territorio español. Incluso, llegó a sostener que la captura de aquellos musulmanes era un montaje para alardear ante George W. Bush de colaborar con Estados Unidos en la persecución de los responsables de los ataques a las Torres Gemelas de Nuevas York. Los casi 1.500 folios también dejan al aire muchas mentiras. Por supuesto, no hay rastro de suicidas en los trenes. En la mañana del 11-M ya hubo algún policía convencido de que el atentado estaba cometido por islamistas. Sin embargo, sus superiores no le escucharon. Pero una de las principales novedades que apunta la investigación del juez Del Olmo es que la masacre de los trenes tenía un objetivo: echar del Gobierno al Partido Popular. Así lo acreditan varios documentos que poseían los terroristas. Uno de ellos, digno de un ensayo universitario sobre la sociedad y la política española, aduce con total acierto que un "duro golpe" en vísperas de las elecciones generales del 14 de marzo de 2004 provocaría una inmediata retirada de las tropas de Iraq o, en el mejor de los casos, una derrota en las urnas del PP. Si el PSOE vencía en los comicios el éxito del atentado sería doble, ya que Zapatero se había comprometido previamente a sacar de allí a los soldados. Conclusión: los terroristas consiguieron todos sus propósitos: asesinar, causar el pánico, echar a Aznar del poder, que ganase el PSOE y que Zapatero mandase al Ejército de vuelta a casa. Después de los 192 muertos y miles de heridos, lo más triste del 11-M es que los terroristas conocían a los españoles mejor que nosotros mismos. Pusieron el anzuelo y picamos como pececillos. Muchos no querrán verlo así o reaccionarán con toda clase de improperios. Pero, incluso para esos, mi madre siempre tiene una acertada respuesta: "Las verdades ofenden".

Fotografía de Pablo A. Iglesias

Pablo A. Iglesias

Fundador de LaSemana.es

Doctor en Periodismo

Director de Información y Contenidos en Servimedia

Profesor de Redacción Periodística de la UFV

Colaborador de Cadena Cope en La Tarde con Ángel Expósito