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SIN ESPINAS

La herencia de Gil

Fotografía

Por Javier de la RosaTiempo de lectura3 min
Opinión02-04-2006

Un lodozal. Ese el fruto político que ha dejado Jesús Gil en Marbella. De aquella ominosa y polvorienta gestión, estos lodos de mierda hasta el cuello en un lugar que debería haber sido un paraíso del descanso para los más esforzados trabajadores de este país. En cambio, el lugar donde la mar se contempla bella, la costa se ve sucia, corrupta y como el propio Gil decía, facinerosa. Gil demostró ya en vida que era un mal político y un nefasto gestor, pero no porque no tuviera capacidad para hacerlo bien sino porque no era una persona honesta. El hombre es una unidad, de tal manera que no se le puede tratar ni entender como un conjunto de fragmentos desconectados entre sí. Aquello de que uno puede ser un buen profesional y una mala persona es otro de los dogmas tan falaces como admitidos hoy fruto del pensamiento dominante. El ex presidente del Atlético tenía carisma, era querido y como personaje del circo mediático español hasta gozaba de cierto predicamento. Sin embargo, miraba la realidad con un subjetivismo atroz y vivía la película de la vida que se había montado como un conflicto permanente en el que él siempre era la víctima del sistema. Y tal vez lo era, como el resto; pero no por eso dejamos de pagar nuestros impuestos o nos dedicamos a la especulación. Su idea hobbesiana de que el hombre es un lobo para el hombre, unida a su carácter primario y a su fuerte instinto de supervivencia -forjado por las circunstancias familiares y personales que vivió en su adolescencia- crearon un Gil que solía pensar con el corazón y actuar con las entrañas. Gil nunca fue un ladrón de guante blanco porque, si lo hubiera sido, no le hubieran pillado tantas veces con el carrito del helado. Por ser más bisoño que astuto y más colérico que sibilino llegó un momento en que pasaba por la trena como Pedro por su casa. Precisamente su naturalidad era lo que fascinaba a la gente; porque a pesar de ser un gamberrazo de armas tomar criticaba un sistema que consideraba todavía más corrupto que él. Ahora bien, seamos serios y dejemos de reírle las gracias a Gil, incluso en su memoria. Don Jesús se presentaba como un antisistema y lo que realmente hizo es aprovecharse de sus deficiencias como el que más. Por eso ha legado esta herencia, por eso convirtió la villa marbellí en una escuela de especulación inmobiliaria, transfugismo político y lavado de dinero procedente de las mafias rusas. Todo esto es lo que permite nuestro sacralizado modelo democrático y constitucional, tan lejano del ideal político de Justicia. Para terminar, Marbella fue y sigue siendo, también gracias a Gil y a la anuencia de nuestra monarquía parlamentaria e hipocresía gubernamental, un remanso de paz para los sátrapas más tiránicos y despiadados del integrismo islámico; que dejan en España junto a su cohorte miles de millones de euros cada año. En fin, otro Jesús, que no era Gil, dijo una vez: “por sus frutos los conoceréis” (Mt 7, 20). Él y solo Él conoce bien la verdadera historia de la vida de su tocayo en la tierra, y Dios lo tenga en su gloria, si así lo estima conveniente, pero desde luego los que le han sufrido en Marbella todavía se están acordando de sus obras.

Fotografía de Javier de la Rosa