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ANÁLISIS DE DEPORTES

La FIA y el enésimo reglamento

Fotografía

Por Roberto J. MadrigalTiempo de lectura2 min
Deportes12-03-2006

Vaya por delante que la Fórmula 1 es un deporte vivo y necesita adaptarse con regularidad a las circunstancias que la tecnología y la seguridad –sobre todo– y el espectáculo para el aficionado, en menor medida, requieren. Sin embargo, no hay temporada completa, incluso con enmiendas sobre la marcha, en que el reglamento de la competición no sufra cambios relevantes. Es una situación comprensible hasta cierto punto por parte de la Federación Internacional de Automovilismo (FIA), pero no lo es tanto que muchos cambios sean poco menos que caprichosos: aspectos aprobados un año son suprimidos el siguiente sin ninguna coherencia. El lío de la calificación, que desde hace varias temporadas no ha dejado de cambiar –se pasó del formato de rodar en grupo y poder sumar tiempos en varias vueltas a los formatos de una sola vuelta lanzada, ya fuese a una o dos mangas, que no acabaron por cuajar–, es uno de los más complejos para explicar a los aficionados. No sólo por sus detalles, sino porque no hay manera de que muchos recién llegados a la Fórmula 1 entiendan el valor que supone la pole position, conseguir el mejor tiempo para salir primero en carrera. Es necesaria una estabilidad, pues los cambios introducidos para reducir los costes e igualar la competición chocan con la enorme inversión de equipos como Toyota y Ferrari, que quieren ser los mejores cueste lo que cueste, pero sobre todo, cuentan con voz y voto para obstaculizar decisiones importantes que les afecten. Sin embargo, otros cambios son muy difíciles de comprender y claramente contradictorios. ¿Por qué la FIA justifica el retorno del cambio de neumáticos para mejorar el espectáculo, si precisamente se suprimieron el año anterior para abaratar costes, por un lado, y reducir la velocidad de los monoplazas para mejorar la seguridad? ¿Por qué el empeño en reducir la carga aerodinámica, si no ha conseguido el objetivo de favorecer el espectáculo y los adelantamientos, y antes bien, ha perjudicado ligeramente la estabilidad y seguridad de los bólidos? La FIA y su presidente, Max Mosley, deben ser más cuidadosos y analizar con mayor seso las consecuencias de las modificaciones que quieren imponer. Por si no fueran pocas complicaciones, los planes de futuro pretenden casar el respeto por el medio ambiente. Con buen criterio, el derroche energético que supone la Fórmula 1 –con monoplazas que consumen hasta 90 litros de carburantes carísimos por cada cien kilómetros– supone un escándalo y merece una reacción en tiempos de crisis. Sin embargo, habrá que ver por dónde se encauza tal intención, pues de un tiempo a esta parte la FIA anda demasiado inmiscuida en regular hasta el mínimo detalle los aspectos técnicos de los monoplazas, pero no consigue ganar la partida a los ingenieros. Parece que dotar de continuidad y coherencia al reglamento sigue siendo una quimera.

Fotografía de Roberto J. Madrigal