ROJO SOBRE GRIS
Otra foto, por favor
Por Amalia Casado2 min
Opinión19-02-2006
Todo comenzó con una foto en las Azores, y un atentado con agujeros negros y secretos sin destapar. El PSOE se hizo con el Gobierno del país, y desde entonces hasta hoy parece que no hay salida no traumática a la deriva nacionalista independentisa alentada por el propio Gobierno. Quizás sea cierto que en una democracia es legítimo plantear cualquier reivindicación, entre ellas, la de la independencia de un territorio. En tal caso, lo difícil sería, en primer lugar, definir quiénes son los que deberían decidir la aprobación o rechazo de tal ambición: todos los españoles, los residentes en el territorio afectado, los nacidos allí, los que pagan impuestos en dicho sitio... En segundo lugar, habría que plantearse si eso sería suficiente, es decir, si decidido quién decide, una reivindicación tal puede aprobarse por la regla de la mayoría, o si sería necesaria la unanimidad. Antes de eso, existe otro problema: el de argumentar por qué va a valer más una decisión de esas características que el hecho de que la Constitución Española, aprobada por la mayoría de los españoles, consagre la unidad de la nación soberana única e indivisible, y si eso es suficiente para que en ningún caso sea razonable ni aceptable la aprobación de la independencia de un territorio, aunque sea legítima su reivindicación. Los motivos que conocemos que mueven a este Gobierno son mezquinos, indignos e impropios. Éste es un Gobierno incapaz de dar argumentos convincentes a su política de aliento, apoyo y promoción a los independentismos más radicales. A la vista de un ciudadano, el Gobierno de España dirige este país a golpe de soborno, de coacción y de amenaza. Está atrapado por las promesas realizadas al radicalismo, y parece dispuesto a seguir así. Llegó al poder por el calentón momentáneo –aunque lógico- de unos ciudadanos indignados por una guerra y recalentados por la fusta maquiavélica de Rubalcaba, y está dispuesto a provocar otra guerra en la que se pone de parte de los verdugos “aunque comprende a las víctimas”, porque así es como pretende conseguir una paz que nadie sabe qué significa ni en qué podrá consistir. En España ya no hay separación de poderes. Ni siquiera hay poderes: sólo hay poderosos. La Justicia ha sido desterrada y sólo quedan ajusticiadores, que retiran de sus cargos a quienes no están dispuestos a secundar este ataque a los principios y a la razón. En este cambalache de intereses inconfesables, donde fuerza y dinero deciden nuestros destinos más inmediatos, parece imposible recuperar la cordura y el sentido. Si el desastre se originó por una foto en las Azores, quizás otra foto pueda devolvernos algo de normalidad. Rojo sobre gris al interés de Estados Unidos por financiar la alianza de civilizaciones, porque el que paga, manda. Otra foto, por favor.
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Amalia Casado
Licenciada en CC. Políticas y Periodismo
Máster en Filosofía y Humanidades
Buscadora de #cosasbonitasquecambianelmundo