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SIN CONCESIONES

Menudo ridículo

Fotografía

Por Pablo A. IglesiasTiempo de lectura2 min
Opinión19-02-2006

"Vivimos el inicio del principio del fin de ETA". Este fue el vaticinio de José Luis Rodríguez Zapatero. No fue algo improvisado dicho en plena calle. El presidente del Gobierno convocó una rueda de prensa en el Palacio de La Moncloa y avisó a los periodistas más importantes de España para que allí estuvieran. Al hablar del "inicio del principio del fin de ETA" era plenamente consciente de lo que decía porque había planificado sobradamente lo que quería decir. Si en lugar de Zapatero lo hubiera dicho el ministro del Interior o la vicepresidenta del Gobierno, habría tenido menos trascendencia. Si lo hubiera dicho en un mitin o en el escaño de diputado, nadie lo habría tomado tan en serio. La cuestión es que Zapatero quiso oficializar el inicio de un proceso de paz ante la inminente llegada de un alto el fuego de los terroristas. Sin embargo, el ansiado comunicado de ETA deja en ridículo al presidente del Gobierno. No hay ni las más mínima intención de tregua por parte de los asesinos. No hay renuncia a la violencia. No hay disculpa hacia las víctimas. No hay el más mínimo gesto de olvidar sus objetivos políticos. Todo lo contrario. La banda armada reclama el derecho de autodeterminación y la independencia del País Vasco antes de entregar las armas. Zapatero esperaba un paso de los terroristas hacia la negociación y resulta, como cabía esperar, que son los que matan, los que secuestran, los que amenazan y los que coaccionan quienes exigen al Gobierno que dé los primeros pasos para poner fin a la violencia. Ha pasado un año desde que el presidente comenzó a hablar del fin de ETA y empezó a sugerir la puesta en marcha de un diálogo. Ha pasado un año desde que el Ejecutivo socialista admitió estar dispuesto a negociar y todo lo que ha conseguido es un comunicado en el que los terroristas siguen dispuestos a cometer más atentados. Para este viaje no hacían falta alforjas. Zapatero lleva más de un año riéndose de los españoles con sus esperanzas y deseos de paz. Ahora son los propios criminales los que se rien del presidente del Gobierno y dejan en ridículo sus falsos augurios. Es lo menos que le puede pasar cuando trata a terroristas como si fuesen políticos y cuando intenta abrir una negociación con quien, antes de sentarse, siempre pone la pistola sobre la mesa. Aunque esta ruleta rusa pueda acabar bien para el Gobierno, debe saber y tener en cuenta que las miles de víctimas del terrorismo, respaldadas por millones de españoles, no están dispuestas a aceptar la más mínima cesión ante los asesinos de sus familiares. Así que lo mejor que puede hacer el presidente del Gobierno es refugiarse en la prudencia, guardar silencio y no volver a sugerir la posibilidad de una tregua. Porque cada vez que abre la boca y habla de diálogo con los terroristas y esperanzas de paz, el único principio del fin que se vislumbra es el de la carrera presidencial del propio Zapatero.

Fotografía de Pablo A. Iglesias

Pablo A. Iglesias

Fundador de LaSemana.es

Doctor en Periodismo

Director de Información y Contenidos en Servimedia

Profesor de Redacción Periodística de la UFV

Colaborador de Cadena Cope en La Tarde con Ángel Expósito