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ANÁLISIS DE DEPORTES

¿Información creíble o falacias que venden?

Fotografía

Por Roberto J. MadrigalTiempo de lectura3 min
Deportes29-01-2006

¿Qué puede hacer un periodista deportivo para defenderse del ejército de relacionistas públicos, de las campañas de marketing y del poder de manipulación derivado de miles de millones de dólares invertidos en el negocio del deporte? La clave es volver a las fuentes –ay, las fuentes– y alejarse lo más posible de la televisión. Un grupo de periodistas alemanes, hartos de sentirse utilizados y manipulados, decidió ser crítico y plantearse si eran periodistas o simples vendedores. Muchos plumillas creen que no están haciendo bien su trabajo. “¿Por qué no nos podemos preguntar en este país, que no es una república bananera, cuánto cuesta todo esto [el Mundial de fútbol]? Nuestro trabajo es, sencillamente, hacer esas preguntas”, se plantea el conservador Frankfurter Allgemeine. Una pregunta que, a tenor de los problemas de Turín 2006 para sacar adelante sus presupuestos y recurrir al dinero público, tiene toda la vigencia. Defender la independencia atormenta a profesionales de todo el mundo, pero en España, salvo escasas y honrosas excepciones, creemos que todo es perfecto y no miramos más allá de nuestras fronteras para comparar. ¿Dónde hay gente con la valentía de Jens Weinreich? El jefe de Deportes del Berliner Zeitung rompió con la Asociación de Periodistas Deportivos alemanes (VDS) –una institución meramente decorativa en estas latitudes–, y junto a algunos colegas creó una organización paralela, Sportnetzwerk, para devolver la honorabilidad y credibilidad a la prensa deportiva. Falta autocrítica en la profesión. Erich Laaser, comentarista y presidente de la VDS, pidió que se tratara con respeto a los organizadores de Alemania 2006 –hubo críticas por la falta de seguridad y los problemas de construcción de algunos estadios, que llevaron a abrir una investigación parlamentaria, así como amplios debates por la cancelación de la fiesta inaugural y el sistema de venta de entradas– para lograr un Mundial sin perturbaciones. Weinrich le contestó diciendo que “es preocupante que, en vez de ceñirse a los estándares mínimos de su profesión, muchos colegas se dejen dirigir por especialistas en relaciones públicas”, y acusó a la VDS de permitir que su especialidad se hunda progresivamente en el área del entretenimiento, mientras que pierde la cobertura “crítica y distanciada” propia de la prensa escrita. En Alemania se critica públicamente a los periodistas que se convierten en comerciantes, es decir, aquellos que promueven desmedidamente competiciones de tercera clase cuyos derechos compró su televisión. ¿Les suena? La prensa advierte y se previene –servicio público– del negocio como motor, a la vista de la nueva ola de revistas de fútbol que surgen al calor del Mundial, alejadas del viejo principio de que al poder hay que mirarlo con distancia y desconfianza. La independencia como valor está ausente, supeditado a la venta de periódicos, y basta mirar los informativos de las televisiones y las portadas de la prensa deportiva –con cabeceras de peso y tradición, como la cincuentenaria Marca– para comprobarlo. Sólo algunos sectores de la prensa general, y aun así, con cierta restricción temática y matices ideológicos –Enrique Ortego en ABC, Santiago Segurola en El País–, apuestan por la investigación como complemento a la información de actualidad.

Fotografía de Roberto J. Madrigal