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ANÁLISIS DE SOCIEDAD

Tristes palomas felices

Fotografía

Por Almudena HernándezTiempo de lectura1 min
Sociedad15-01-2006

Envidiamos su libertad. El hombre siempre lo ha hecho, desde el principio de la historia. Ver las nubes de cerca, perderse en el cielo azul, observar el amanecer desde el primer rayo de luz... Pero ahora huímos de ellos como de la peste, en prevención de un mal desconocido, sin antídoto. Muchas noches hemos soñado con extender los brazos al viento, como si fuésemos pájaros. En sueños, volábamos por encima de los tejados y sobre las cabezas. Es una dulce sensación de flotar en el aire. Pero, al despertar, nos vemos pegados al suelo, condenados a la dura realidad. No tenemos alas, ni plumas. No podemos volar. Sólo nos queda el consuelo de habernos soñado como palomas mensajeras. Unos pocos somos tristes palomas felices. Algunos, sin embargo, nos creemos a veces buitres carroñeros, sin más mensaje que el egoísmo y el placer. Otros pensaron ser pájaros locos, con un canto permanente, tan estrambótico como molesto, sin rumbo, sin esperanza, y buscaron sentido a la vida en el cubo de la basura y no en los libros, en la dependencia material y no en el corazón desnudo. Algunos días, cuando las tristes palomas felices despiertan, sienten sin embargo una sensación de libertad: no podemos volar, pero podemos soñar con hacerlo. Otros se cortaron solos las alas.

Fotografía de Almudena Hernández

Almudena Hernández

Doctora en Periodismo

Diez años en información social

Las personas, por encima de todo