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BOLIVIA

El tenso giro a la izquierda boliviano

Por Luis Miguel L. FarracesTiempo de lectura2 min
Internacional24-12-2005

La llegada de Evo Morales a la Presidencia de Bolivia es la culminación de un proceso de transición en el país que a punto ha estado varias veces de desencadenar una guerra civil. Desde el pasado verano, la presión popular en Bolivia ha motivado el paso de tres personas por la Presidencia de la República.

El pueblo boliviano viene reclamando la creación de una Asamblea Constituyente y de medidas que ayuden a erradicar la pobreza desde hace meses. Por ello, junto a la legalización del cultivo de coca, el principal reclamo popular es la modificación de las relaciones entre el Estado y las compañías multinacionales que explotan los yacimientos de gas natural, la principal fuente de riqueza del país. Los bolivianos exigen la nacionalización del gas, un hecho que afectaría a multinacionales como BP y Repsol YPF, empresas que han sufrido ataques durante la oleada de disturbios de los últimos meses. En su afán por presionar a los políticos, los rebeldes bolivianos han utilizado medios en ocasiones poco ortodoxos, tales como la ocupación de factorías de compañías extranjeras, cortes de carreteras, manifestaciones violentas en las ciudades e incluso, en varias ocasiones, mineros bolivianos sembraron el centro de La Paz de dinamita. La tensión en la capital del país obligó a los políticos bolivianos a trasladar el Parlamento a la ciudad de Sucre durante los peores momentos del conflicto. En este contexto han desfilado dos presidentes antecesores del recién elegido Evo Morales. Carlos Mesa fue el primero de ellos y presidió la República durante casi 20 meses. Mesa llegó al poder tras la renuncia y autoexilio del ex presidente Gonzalo Sánchez de Lozada, acusado de genocidio por la represión que cargó contra los movimientos reivindicativos. Pese a su carácter conciliador y su programa de reformas, el hecho de que éstas toparan una y otra vez con las reticencias de los grupos opositores del Parlamento, impidió sacarlas adelante. Este hecho, unido a la presión de los medios de comunicación, su propósito de dar luz verde a las ansias autonomistas de la región más rica del país y sobre todo, una nueva ley de hidrocarburos que lejos estaba de satisfacer las peticiones del pueblo boliviano, acabaron con la confianza que Mesa gozaba entra la ciudadanía. El ex presidente acabaría dimitiendo, según sus propias palabras, "para prevenir una guerra civil en el país." Su sucesor fue Eduardo Rodríguez, que fue investido sucesor en la presidencia de manera constitucional por 180 días, tras los cuales, deberían convocarse elecciones. Las revueltas no cesaron y el propio Rodríguez amenazó con dimitir anticipadamente si el Parlamento retrasaba las elecciones porque según el, de pasar esto "se estaría violando la voluntad popular plasmada en la Constitución." Finalmente los comicios se convocaron y ha sido Evo Morales el flamante ganador. La victoria de Morales puede que traiga la estabilidad a Bolivia, ya que su programa recoge las principales exigencias del pueblo tales como la nacionalización de los recursos y el apoyo al cultivo de coca. Con este giro político a la izquierda, Bolivia respira tranquila de momento y escribe un punto y aparte en su violenta historia reciente.

Fotografía de Luis Miguel L. Farraces