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SIN CONCESIONES

La LOE: peor que el Estatuto

Fotografía

Por Pablo A. IglesiasTiempo de lectura3 min
Opinión13-11-2005

La última vez que Zapatero y Rajoy se reunieron en La Moncloa fue para hablar del Estatuto de Cataluña. El líder del PP estaba tan preocupado que le espetó al presidente del Gobierno que el texto de la reforma era una barbaridad. Ni corto ni perezoso, Zapatero respondió: "¡Lo que pasa es que nadie se lo ha leido!". Con la Ley Orgánica de Educación ocurre lo mismo. Casi nadie se ha parado a leer y reflexionar sobre los cambios que propone la ministra San Segundo. Basta con echar un vistazo a los argumentos de quienes se oponen para comprobar que llevan toda la razón del mundo. La LOE es una barbaridad en toda regla. Permite pasar curso automáticamente cuando ya se ha repetido dos veces, concede el derecho de huelga a los alumnos y fractura la unidad del modelo de enseñanza en toda España. Si el Estatuto de Cataluña es malo, la LOE es abominable. Quienes mejor lo saben son los profesores, presentes mayoritariamente en la manifestación del 12-N. Su autoridad queda por los suelos desde el mismo momento en el que los alumnos pueden decidir faltar a clase con o sin el consentimiento de los padres. La LOE les condede el derecho a la huelga como si fueran trabajadores. Pero son niños. Además, al trabajador que hace huelga se le penaliza sin sueldo mientras que al niño se le premia con novillos gratis. La LOE también menosprecia el esfuerzo del alumno al pasar de septiembre a julio la segunda convocatoria de exámenes y al permitir que pase curso con todas las asignaturas suspensas cuando ya ha repetido en dos ocasiones. Además, comete el error de tratar por igual a todos los alumnos cuando no lo son. Igual que todo ser humano es distinto a otro, un niño no estudia igual que otro ni aprende al mismo ritmo que otro. Cada uno merece un trato equivalente en conjunto pero distinto individualmente para lograr que desarrolle al máximo sus capacidades. Pero el mayor peligro de la LOE, como del Estatuto de Cataluña, es la ruptura del sistema único de enseñanza en todo el país. De un mínimo del 55 por ciento de asignaturas comunes, se pasa a un máximo en el que cada comunidad puede diseñar un modelo educativo diferente y unas asignaturas totalmente distintas a las del resto de España. La educación es el primer elemento de vertebración y cohesión de una nación. Luego, si se divide en 17 partes, se destruye también el país. Suficientes problemas genera al resto de España la educación vasca -con sus ikastolas- como para exportar el modelo al resto de las autonomías. Éste es el verdadero problema de fondo de la LOE y de todas las reformas emprendidas por Zapatero. No lo es la religión ni tampoco la Iglesia, a quien el Gobierno utiliza permanentemente para echarle las culpas de todos sus males. Bastaría con que la gente leyese el articulado de la LOE para comprender que, a su lado, el Estatuto parece una broma. Y conste que esto no es ningún chiste.

Fotografía de Pablo A. Iglesias

Pablo A. Iglesias

Fundador de LaSemana.es

Doctor en Periodismo

Director de Información y Contenidos en Servimedia

Profesor de Redacción Periodística de la UFV

Colaborador de Cadena Cope en La Tarde con Ángel Expósito