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SIN CONCESIONES

Monárquico con razones

Fotografía

Por Pablo A. IglesiasTiempo de lectura2 min
Opinión22-10-2005

Saber estar, discreción e inteligencia. Estas han sido siempre las características de la Familia Real en España. Son estas virtudes las que han hecho posible que una amplísima mayoría de ciudadanos se sientan plenamente orgullosos de tener un rey como Don Juan Carlos. Su apuesta por la democracia nada más morir el dictador, su defensa de la Constitución durante el golpe de Estado de 1981 y su permanente cercanía a los españoles han sido claves en la historia de España. Nadie pone en cuestión el prestigio internacional de los Reyes. Sólo dentro de España sigue habiendo unos pocos, tan desagradecidos como ignorantes, que cuestionan la figura de Don Juan Carlos y el futuro del Príncipe Felipe. La Familia Real siempre ha aparecido cuando más falta le hacía a España. Los últimos casos son dos excelentes ejemplos. Hace tres semanas, Don Juan Carlos recordaba la "indisoluble unidad de la Nación española" nada más aprobarse el nuevo Estatuto de Cataluña. Hace menos tiempo, Don Felipe defendía "la vigencia y el respeto a la Constitución" durante la entrega de los Premios Príncipe de Asturias. No es casualidad. Muy preocupada debe de estar la Casa Real ante las reformas constitucionales y estatutarias impulsadas por el Gobierno para que una y otra vez apelen a la unidad de España y a los valores constitucionales. Padre e hijo dan batalla común así frente a quienes han puesto en marcha una cruzada republicana. Su firmeza a la hora de defender los intereses del país, que también son los suyos, es capaz incluso de conseguir un milagro como lograr que Partido Popular y Partido Socialista coincidan en elogiar el discurso del Príncipe. En casi tres décadas de democracia, el Rey ha otorgado seguridad interior, fortaleza ante el mundo, prestigio internacional, estabilidad política, sentido común y coherencia. Su contribución es demasiado grande como para no rendirle merecido tributo cuando están a punto de cumplirse 30 años de su coronación. En una república, ningún jefe de Estado podría presentar un balance tan positivo. Una de las grandes ventajas de la Corona es su vocación de permanencia y, por lo tanto, su estabilidad. La otra gran ventaja es, sin duda, su independencia política. Además, un rey supone un gran ahorro en procesos electorales. Así que yo me declaro monárquico. Ni soy juancarlista ni fan del futuro heredero. Soy monárquico convencido por razones. Con una república, el país sería un cachondeo.

Fotografía de Pablo A. Iglesias

Pablo A. Iglesias

Fundador de LaSemana.es

Doctor en Periodismo

Director de Información y Contenidos en Servimedia

Profesor de Redacción Periodística de la UFV

Colaborador de Cadena Cope en La Tarde con Ángel Expósito