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ANÁLISIS DE ESPAÑA

La virtud de saber escuchar

Fotografía

Por Alejandro RequeijoTiempo de lectura4 min
España04-09-2005

Ruedas de contacto, visitas a la Moncloa, actos inaugurales, declaraciones de todo tipo anunciando sus objetivos para el futuro... el nuevo curso ya esta en marcha y los políticos se hacen un hueco entre el síndrome post vacacional para recordarnos que el mes de descanso por excelencia ya ha pasado. Sucesos como el de Roquetas o el trágico accidente de Afganistán nos han obligado a no dejar de lado la actualidad este verano. De la muerte de los 17 militares en Herat se pueden extraer varias conclusiones. Bono ha demostrado, un vez más, que mantenerse como uno de los ministros mejor valorados del Ejecutivo bien merece unas cuantas dosis de propaganda personal. Pero más allá de su estelar aterrizaje en el Bernabeu, su conferencia televisada y otras escenas más propias de una película de Hollywood, lo que también ha demostrado es tener más respeto por nuestras Fuerzas Armadas que su antecesor en el cargo. Quien también ha demostrado tener más respeto por la vida de los militares ha sido la oposición popular que no ha repetido la utilización partidista de ocasiones anteriores. Desde que se produjo la tragedia, la sombra del Yakolev planeó peligrosamente sobre la Moncloa, pero finalmente, tanto unos como otros parecen haber aprendido de los errores del pasado. La mejor prueba en estos casos es observar el sentimiento de las familias que, en esta ocasión, no han ocultado su satisfacción por el trato prestado. Pero lo de este verano no ha sido casualidad y para el nuevo ejercicio, Rajoy ha manifestado su intención de enterrar definitivamente la oposición con vísceras y los constantes recordatorios a los ocho años de Aznar que no terminaban de convencer al voto del centro. La idea de una convención para "actualizar" el proyecto es un paso importante, sobre todo porque suena a un reconocimiento de que algo han debido de estar haciendo mal. Rajoy parece haber escuchado. Han hecho falta varias derrotas electorales para darse cuenta, pero parece que la pérdida del bastión gallego fue la puntilla. Acierta el líder del PP en implicarse desde el principio en la sucesión de Fraga y en no dejar crecer las malas hierbas dentro de un partido muy dividido, que solo el octogenario político supo mantener en orden. Nuevos propósitos que el presidente popular deberá convertir en realidades. Menos cambios se atisban en el PSOE. Los problemas con los que acabó el año pasado no solo permanecen sino que dan pocas muestras de solucionarse. El Estatuto de Cataluña y el modelo territorial siguen acentuando más de lo habitual las diferencias entre los distintos sectores del partido. El lamentable espectáculo mostrado por Batasuna, el pasado mes en las calles de Bilbao y San Sebastián, son un nuevo indicativo de las pocas ganas que tienen los terroristas de cumplir la legalidad y abandonar su actividad delictiva (Porque a pesar de los 27 meses sin muertos, los cócteles molotov y la kale borroka también es terrorismo). Los precios del petróleo, el fin de las subvenciones de la UE y el déficit sanitario amenazan la economía. Las exigencias de los partidos nacionalistas dificultan la elaboración de los presupuestos. Todos estos problemas se pueden resumir en uno fundamental: la dificultad de Zapatero para compaginar su relación con sus socios de gobierno y en especial con ERC. Desde la Moncloa son conscientes y por ello el número dos del PSOE, José Blanco, ya ha anunciado una rueda de contactos en busca de nuevos apoyos. Todo apunta al PNV como principal candidato pero los nacionalistas vascos ya han manifestado que no tienen "vocación de comodín". Además el lehendakari Ibarretxe, cada vez más solo dentro de su partido, insiste en convocar un referéndum en el País Vasco. Para ello, sigue a pies juntillas el plan trazado por Batasuna en Anoeta y ya ha incluido a la formación ilegalizada en su mesa de partidos políticos. La situación no es fácil. Mientras tanto, Rajoy prepara una oferta de acuerdo para muchos de estos asuntos, no le vendría mal al presidente escuchar más y mejor que la última vez que el líder de la oposición visitó la Moncloa. Haciéndolo se daría cuenta de que tienen más cosas en común de las que ahora cree y eso quizá le ahorraría muchos quebraderos de cabeza.

Fotografía de Alejandro Requeijo

Alejandro Requeijo

Licenciado en Periodismo

Escribo en LaSemana.es desde 2003

Redactor de El Español

Especialista en Seguridad y Terrorismo

He trabajado en Europa Press, EFE y Somos Radio